La Verdad

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Jenna, lo siento con todo mi corazón, dijo Tyler. Dios seguro está escribiendo una carta de recomendación directo al infierno para mí. Pensó enseguida.  Sus ojos preocupados, asustado, tanto como para que sus labios se secaran al punto de ser un desierto.
Jenna río, pues pensó que era una broma y con tono burlón le dijo. _ qué lástima ya le propuso matrimonio a su nuevo "dude" (mejor amigo) de por vida. Lo decía mientras acomodaba la cama. Tyler avergonzado y hecho añicos se dirigió a la ducha como un zombie bien podrido, se dijo a sí mismo. Ésto se ha convertido en un gran chiste, donde el único avergonzado soy yo. El valor arrojó de mí, un poco del secreto que yacía dentro de mí hace mucho tiempo en donde se había podrido y me había convertido en un cadáver triste. ¡Hoo por Dios que ésto acabe! Exclamaba en sus adentros. Cerraba con fuerza los ojos, mientras deseaba que ésa pesadillas acabara. Pensaba que tal vez debería de hablar con su padre aunque ya sabía que era lo que diría. No sabía que hacer.
Salió de la ducha sin alma y con olor a almendras dulces y fue cuando Jenna que se encontraba limpiando la habitación, paró y con una mirada seria, le dijo. _ No es cierto. Hizo una pequeña puasa. _ O, sí? Le preguntó. Por una extraña razón quería atar ese cabo suelto que creía era una broma. Está bien éste es el momento, se dijo Tyler. Dile la verdad por favor te lo suplico. Él sólo rió, ella también y dándole un beso bajó a hacer el desayuno.  Tyler llenó de lágrimas su corazón y cuando se inundaba hasta su garganta era inminente el llanto, así que lloró y lloró, mientras llevaba sus manos a su rostro y siguió llorando, llorando de la impotencia, rabia y dolor que sentía. Apretó sus manos en su rostro y por fin logró calmarse, así que reuniendo todo su coraje y valentía, bajó desesperado las escaleras con arrojo de ira contenida decepción y vergüenza. _ ¡Jenna no es una broma, no sé qué hacer soy un maldito monstruo que no merece nada, sólo la muerte lenta de una vida de sacrificio.
Lamentablemente aquello sólo lo había imaginado, en realidad ni siquiera se había permitido llorar. Sus ojos estaban rojos y brillantes y su garganta estaba rota. Así que se vistió y bajó a desayunar.

glowing eyes/ Joshler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora