Capítulo 6 - El hombre

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Capítulo 6 - El hombre

Rumores se extendieron por todo el reino y no tardaron en llegar a oídos de James. Su hermana pequeña, su única hermana, había sido obligada a casarse con un hombre viejo y ni siquiera había podido presenciar la boda. Su padre se había encargado de todo a sus espaldas y él no se había dado cuenta de nada hasta que había sido demasiado tarde. Él quería establecer una buena relación con su hermana, pero ahora ya no había ninguna oportunidad.

Recordó el día en el que se enteró de su ida, de cómo había entrado en cólera contra su padre y como este le había reprochado por ser un ingenuo y no darse cuenta de nada. James no sabía a qué se refería, pero su padre tampoco había intentado aclarárselo. Había insultado a Rose llamándola la estrella de la calamidad y todo mal y acusándola de no ser su hija.

-Ni yo ni mi amada Liz hemos engendrado tal monstruo, no merece llevar nuestro apellido.- Había bramado, borracho de ira. Luego se había pasado todo el rato murmullando maldiciones, farfullando el nombre de una tal Lydia y lamentando el día en el que su madre se fue con ella.

Días después su padre cayó enfermo y se retiró de su cargo para encerrarse en sus aposentos, donde apenas permanecía vivo. James asumió el puesto de su padre junto a sus responsabilidades. Ahora pasado un tiempo le habían llegado noticias de su hermana y ninguna era un buen augurio.

No había habido ningún tipo de contacto entre ellos, nada de cartas ni noticias suyas hasta ahora. Se lamentaba mucho no haber tenido el valor suficiente para no ir ni a verla, pero ahora era demasiado tarde.

Se decía que la niña era violada cada noche, de forma tan brutal que los golpes resonaban por todo el castillo, pero que ella no gritaba y solo enmudecía padeciendo el mismo dolor cada noche. Contaban que una noche, en la que el señor no estaba, ella echó a todos sus criados en medio de la tempestad de nieve y que después de que su marido entrara en el castillo nunca más salió.

La mansión se cerró y desde entonces habían pasado dos meses sin noticias.

-Esposo mío, debes descansar, ¿en qué piensas?- Su esposa Isis lo levanto de su ensoñación.

-No es nada, solo pensaba en mi hermana-

-Tu hermana, ¿Rose? Apenas la conocí pero me pareció una niña encantadora, es una pena que tuviera que irse, ¿dónde está ahora? Podríamos visitarla.- James hizo un mueca al no poder sincerarse con su esposa, ella era demasiado inocente y dulce y él había tenido que engañarla. Pero él prefería que ella quedara ajena a todo el asunto y se quedara cuidando a sus hijos en casa, tranquila y en paz.

-No es nada cielo, ella estará bien-

'Ella estará bien, seguro' pensó quitándole importancia mientras acariciaba el vientre ligeramente abultado de su esposa.

. . .

En el castillo reinaba el silencio y la tranquilidad, casi todas las alas y los cuartos se habían recubierto de una ligera capa de polvo. Solo las estancias en las que hacían vida Rose y Rech seguían limpias.

Rose no quería a nadie más en la casa que no fuera de fiar, pese a la insistencia que había puesto Rech en contratar más servicios.

-Rech, hoy voy a salir a dar una vuelta-

-¿Dónde vas a ir mi niña?, si todo está nevado y hace frío, además estamos muy lejos del pueblo. Si ya me cuesta a mi ir a buscar comida...- Se lamento Rech. Sabía que la niña era inmune a ciertos aspectos mundanos, aunque no sabía el porqué, no le daba demasiada importancia. Rose ya se había vuelto su única familia en este mundo.

Ojos sangrientos y alas plateadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora