Un recluso condenado a muerte que había accedido a unas cuantas entrevistas. Esa fue toda la información que le había dado su supervisor a Samantha antes de que aceptara el trabajo. El criminal en cuestión, había azotado durante casi una década a todo el condado donde ella vivía, sin que hubiese forma de imputarle cargos, hasta ahora. Por ello, estando entre rejas y con una muerte dolorosa a su espera, Luc Anderson accedió a confesar todo ante un periodista, con el fin de escoger cómo moriría. Con una carrera en despegue, la noticia del criminal era justo lo que ella necesitaba para hacerse campo en el mundo del periodismo y, tal vez, un puesto de editora en su periódico. Pero con lo que no contaba, era con los comentarios ingeniosos y el sentido del humor del criminal.
Con sólo dos meses y un puñado de horas destinadas a estar con él, Samantha quedará en una encrucijada ¿podrá pasar su tiempo con él y salir impune? O por el contrario, ¿Luc conseguirá arrastrarla a su modo de ver la vida, donde cosas que ella consideraba normales, se trastornan a extrañas a un punto de no retorno? "
"- Hay cosas Amelie- habló el con voz aterciopelada mirándola con sus ojos grises- que están ahí afuera, sólo esperando a que las veas con esos curiosos ojos tuyos, podría mostrártelas, pero ¿Qué gracia tendría eso? – dijo el riéndose y balanceándose en su silla. Ella sintió el impulso de empujarle los pies y hacerlo caer, tal vez eso lograría sacudirlo un poco, como él había logrado sacudirla cada que hablaban- no hay más ciego que el que no quiere ver-. No se dio cuenta en qué momento él se levantó y salió de la sala. Tal vez tomar ese trabajo no había sido tan buena idea..."
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