Capítulo 2

45 3 5
                                    

Los meses pasaron y cada vez notaba más distancia entre nosotros, Nathan apenas me miraba cuando pasaba a su lado o cuando le servía la comida, cuando le hablaba no me respondía, sólo me miraba como diciendo "¿Qué quieres?" con una expresión despectiva, lo que me dejaba la opción de rendirme a pedirle que me hiciera cualquier favor.

A partir de mis siete meses de embarazo estuve de licencia por maternidad para descansar hasta que naciera mi bebé; me la pasaba en casa todo el día, limpiando como una empleada de servicio ya que no podía salir de la casa debido a los comentarios de Nathan, diciendome que era una inútil y que mi embarazo no era una excusa para quedarme viendo televisión o salir al parque a holgazanear. No me pude negar, de hecho me sentía un poco culpable respecto a eso, imaginando a mi marido trabajando arduamente, y luego imaginándome a mi aquí, sin hacer nada.

Todo estaba tranquilo hasta que al fín llegó mi noveno mes de embarazo, yo ya estaba rebozando de felicidad al contrario de Nath. El veintisiete (27) de julio a las tres de la tarde inició mi trabajo de parto; lo llamé a él, desesperada para que me llevara al hospital de una vez por todas, pero lo único que hizo fué decirme "llama a un taxi, no me fastidies inútil"...

Mis lágrimas caían sobre la pantalla del teléfono mientras veía su número, estaba totalmente decepcionada, pero aún con llanto y dolor, tenía que salvar a mi niño, ya sea sola o acompañada así que rápidamente llamé a urgencias quienes llegaron en pocos minutos. Me recogieron, me llevaron y pude dar a luz a un hermoso niño; Nath nunca fué a visitarme en ningún momento así que tuve que nombrarlo yo misma y ponerle mí apellido.

Me entregaron a Hunter, mí hijo, en brazos para que lo abrazara un momento antes de que le hicieran unos pequeños estudios para asegurarse de que gozara de plena salud. Hunter y yo volvimos a casa luego de dos días en el hospital, durante ese tiempo y en el taxi camino a casa le conté lo gentil, ocupado y responsable que era su padre a pesar de cómo me había tratado en aquél momento pero creo que es comprensible, no podía sacarlo de su trabajo estando él en plena jornada...

Llegamos sanos y salvos, y cuando entramos, ahí estaba él, sentado viendo televisión, con una cerveza medio llena y prendiendo otro cigarrillo apenas habiendo terminado el anterior. -Ah, Bienvenidos- Mencionó con desinterés cuando nos vió. Le conté por lo que pasé, y le comenté a cerca del nombre y apellido del bebé pero tampoco mostró interés -¡Es tu hijo! No te cuesta nada mostrar un poco de interés- exclamé posicionándome cara a cara, algo que lo hizo enfadar, ya que de forma repentina se levantó a gritarme "¿y a mí qué?" entre algunas barbaridades que no pensé que él fuese capáz de decir; me encorvé abrazando a Hunter, aguantando sus gritos y sus malas caras; llegó un punto en el que no aguanté más y rompí en llanto, corriendo a ocultarme en el baño con mí hijo durante un par de horas; mientras tanto nos calmamos y lo amamanté cuando tuvo hambre.
–Annette, cariño ¿Estás bien? Discúlpame, no estaba pensando y...tuve una semana horrible en el trabajo, ¿Puedes salir así conversamos tranquilos? Porfavor...– Preguntó. En su tono se notaba que estaba preocupado así que salí, lo miré y tan sólo me abrazó teniendo cuidado con el niño mientras me pedía perdón una y otra vez.
No me negué y lo perdoné, esa noche me ayudó a dormir a Hunter y dormimos juntos.

Al despertar Nath no estaba a mí lado, ya se había ido a trabajar hace dos horas así que me levanté a cambiar y alimentar al niño que ya estaba llorando.
Desayuné una taza de leche con chocolate como casi siempre y me cambié; me puse una camiseta muy suelta que me cubría hasta los muslos y unos pantalones deportivos color negro junto con unos zapatos para el mismo propósito y salí de casa con Hunter en el cochecito que compré durante el embarazo cuando estaba en mí cuarto mes.
Me sentía plena y calmada paseando por el parque, nos detuvimos un momento y me senté en una banca que estaba a la sombra de un gran árbol a mimar a mí hijo un momento, hablarle sobre lo mucho que lo quería y contarle historias para entretenerlo hasta que lo volví a colocar en su coche, a emprender de nuevo la marcha.

Unos meses habían pasado ya, y las peleas entre Nathaniel y yo se intensificaban, aunque después de cada una él me pedía perdón; no sé por qué pero me sentía en peligro a su lado, pensé que solo eran paranoias mías así que ignoré ese sentimiento.
Luego de que Hunter cumpliera un año todo empeoró, los insultos eran cada vez más seguidos y esta vez no había ningún perdón por parte de ninguno de los dos. Una de las peleas terminó horrible cuando le dí una cachetada a Nathan, algo a lo que él respondió con un empujón que me hizo caer al suelo, chocando con la pared fuertemente; acompañado de gritos e insultos de todo tipo.
Tenía miedo, ahora era él el que me pegaba cachetadas cada vez que algo no salía bien, y no sólo eso, cachetadas, empujones, incluso me quemó apagando uno de sus cigarrillos en mí brazo cuando le dije que dejara de hacerlo en frente del niño...

Cuando Hunter tenía tres años, recibía palizas todos los días, en la mañana si no planchaba bien su camisa me la tiraba en la cara, en la noche o cuando le pareciera que algo hice mal simplemente me golpeaba.

Me encontraba lavando los platos luego de la cena, ya había acostado al niño temprano para que no hubiesen más problemas por si llegaba a llorar; al momento de recojer los platos de la mesa accidentalmente solté una mirada de odio hacia mí esposo, quien se encontraba fumando en su lugar mientras respondía algunos mensajes en su celular. –¿Qué tanto me estás viendo? ¡¿Crees que tienes el derecho de mirarme así después de todo lo que hago por ti?!– Me preguntó perdiendo la cordura  –¡Responde zorra de mierda! ¡¿Te quedaste sorda estúpida?!– Exclamó, y al instante me tiró al suelo de una cachetada; se subió encima de mí y comenzó a tirarme del cabello mientras que con su otra mano apretaba mis mejillas fuertemente levantando mí cabeza. –¿No me vas a responder?– Preguntaba mientras se acercaba a mí con una expresión que me causaba miedo, temía por mí vida en ese momento, esa forma tan psicópata de mirarme se quedó grabada en mí memoria. –¡¿POR QUÉ NO ME RESPONDES?! ¡RESPONDE!– Me gritaba en la cara para luego soltarme otra cachetada; intenté alejarlo con mis manos, empujándolo por el pecho pero era inútil, no tenía la fuerza suficiente como para liberarme. Me tomó por las muñecas y las puso por encima de mí cabeza, apretando muy fuerte con una sola de sus manos y con la otra le daba una pitada a su cigarrillo. –Se siente muy bien fumar ¿Sabes? Prueba un poco cariño– Me ordenó, algo a lo que no obedecí; detesto el cigarrillo con todo lo que hay en mí, lo odio muchísimo. No le gustó para nada que yo rechazara su oferta, y luego de dar una última pitada lo apagó en mí clavícula, grité, lloré con más intensidad que antes, me retorcía de dolor pero a él no le importaba, se me reía en la cara mientras seguía hundiendo el cigarrillo en mí piel.
Tiró la colilla lejos, y retirando las cenizas que quedaban en mí piel se quedó observando la marca, esa horrible quemadura. –Que linda marca, te estiliza cariño– Me veía humillada ante él, ante ese hombre tan horrible que alguna vez había amado tanto. –Es hora de que me hagas sentir bien amor, vamos, yo sé que lo quieres, hazme sentir bien– Decía mientras comenzaba a levantarme la blusa; me repugnaba, era asqueroso. – ¡NO! ¡DÉJAME IR POR FAVOR, NO ME HAGAS NADA TAN SÓLO DÉJAME SOLA NO DIRÉ NADA, NADIE LO SABRÁ!– Le suplicaba a la vez que me retorcía en el suelo, movía mis piernas y hacía todo lo que podía por impedir que pasara. –¡SILENCIO! Cariño, vas a despertar al niño, sería mejor si no hacemos tanto ruido ¿Okey?– Decía mientras se sacaba la corbata y me la ataba a la mandíbula como si fuese una mordaza –Tranquila, usaremos protección, no quiero más parásitos en esta casa–.
Golpeada, quemada, amordazada...y ahora violada por mí propio esposo.

------------------------------------------------------------
Bueno, perdón ;-; no pude subirlo ayer por cuestiones personales pero bueno, aquí está, y más largo como bien prometí
Quiero aclarar que esta historia es un proyecto que también debería concientizar a las mujeres y a los hombres, si es que alguna de ustedes o alguna conocida está pasando por abuso doméstico o violencia no se queden calladas, luchen, reporten a la policía a estos abusadores que tienen que estar tras las rejas desde el momento en el que le ponen una mano encima a la mujer. No tengan miedo, porque si dejan que esto avance se va a ir haciendo cada vez más grande.
No nos quedemos calladas, valemos muchísimo como para dejar que nos pisoteen.

No Me Toques...No Te SoportoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora