Thor repasaba los bordes de sus muñequeras con los dedos buscando calmar su nerviosismo, estaban a poco tiempo de llegar al palacio real de Jötunheim y con cada paso entre las montañas heladas su garganta parecía secarse más obligandolo a pasar saliva constantemente.
Una fuerte ventisca con restos de nieve le dio de lleno en el rostro haciendolo cerrar sus ojos con fuerza, no cayó en cuenta en que momento habían llegado a su destino hasta cuando sintió el calor de las antorchas en el interior del castillo al momento en que las imponentes puertas fueron abiertas. El sonido de metales rozando por parte de los dos guardias asgardianos enfundados en sus armaduras doradas le llamó la atención y se tensó en su posición rozando el Mjolnir con el dorso de su mano como asegurándose que tendría su arma a la mano ante cualquier situación posible.
Tras avanzar por sobre los escalones de piedra escarchados con nieve cruzaron el umbral de la residencia real, los ojos azules se abrieron con sorpresa, recorrió con la mirada cada rincón del palacio helado asimilando cada detalle, un extraño fuego blanquecino emanaba de las bases con antorchas iluminando por completo el lugar, la temperatura era muchisimo más agradable que en el exterior por lo que, cuando uno de los escoltas jötun le ofreció el dejar su capa para viajes en un respaldo cercano accedió sacudiendo los rastros de nieve de la tela. Observo varias mesas al rededor decoradas elegantemente con manteles bordados con hilos de oro que formaban la imagen del emblema de aquel pueblo, sobre la superficie reposaban bandejas relucientes con partes de animales gigantes que nunca en su vida había visto pero el perfecto tono dorado de la carne le generaba ganas de probar, en otros platones podía observar frutas brillantes y frutos rojos levemente escarchados por lo que dedujo estaban congelados, en una mesa aparte observo un gran recibiente de cristal donde contempló el agua más cristalina que jamás hubiera visto y el sudor en el vidrio evidenció que permanecía constantemente helada, junto a ello observó unos cuantos barriles de madera con uno en especial encajado en un dispensador de oro finamente esculpido. Todo lucia finamente escogido para una perfecta celebración.
Veía a varios jötun reposando al rededor en lo que supuso serían allegados al rey y posiblemente una corte real parecida a la que tenía su propio padre en el palacio de Asgard. Los gigantes presentes usaban telas entretejidas en tonalidades oscuras que cubrían sus cinturas y eran aseguradas con indumentaria de oro y canedas ornamentarias del mismo material con piedra preciosas incrustadas, pulseras tanto en muñecas como en tobillos casqueaban ante el movimiento de sus dueños cuando se inclinaron levemente ante el hijo de Odín.
Un pequeño sentimiento entre confusión y desconfianza salió de su interior, durante todos los años en los que fue creciendo su pueblo no hacía si no aborrecer a los gigantes de Hielo, una guerra trascendental que había acabado con cientos y cientos de vidas de ambos bandos había generado el conflicto entre Asgard y Jötunheim a tal punto de crear un resentimiento casi incomprensible entre varios Æsir. En su ñinez siempre escuchaba a quienes volvían de los campos de guerra referirse a los jötun como criaturas bobas y aborrecibles sedientas de sangre asgardiana, sus amigos la mayoría de las veces solían decir que su único motivo para unirse a los mayores en los enfrentamientos era matar a tantas de esas "criaturas brutas" como pudieran, hasta él mismo había crecido con esa idea imaginandose a los jötun como lo más bajo y atrasado entre todos los nueve mundos.
Hasta que su padre y el Rey de las tierras heladas, ya cansados de ver la sangre de su gente correr a casusa de un conflicto por el que algunos ya ni siquiera recordaban el motivo, decidieron crear un tratado de paz y comprometerse a respetarlo.
Por esa razón él estaba ahí.
Thor nunca había estado en Jötunheim antes, nisiquiera había alcanzado a combatir junto a la milicia dorada pues la paz cayó de manera tal que parecía hasta ridículo considerando a sus salvajes rivales; pero ahora se sentía como alguien cuya mente había sido adoctrinada por el odio y la ignorancia y por fin veía la realidad. Los salvajes gigantes no eran lo que su pueblo tantos años difamó.
Un leve carraspeo interrumpió su meditación y enfocó su vista hasta el trono de priedra oscura perfectamente esculpida haciéndo notar las magnificas figuras grabadas a los costados con las telas color vino con los emblemas de Jötunheim cayendo a los costados. Thor alzó la vista hasta a quien lucia imponente e intimidante reposando en el gran asiento levemente elevado por un par de escalones, con ambas manos en los respaldos de este, Laufey se veía tal y como lo había descrito su padre.
Se inclinó con una mano en el pecho apoyando la rodilla contra el suelo y los dos guardias a sus costados le imitaron bajando sus lanzas hasta el suelo en señal de respeto. Laufey asintió levemente y los tres se pusieron de pie acercandose hasta el monarca.
-A decir verdad, esperaba a que el mismo Odín en persona se presentara ante un momento tan importante para su reino, pero supongo que ya no es el guerrero que solía ser...- La voz de Laufey era tan profunda que seguramente sería capaz de helarle los huesos a cualquiera; Thor sintió aquellas palabras de manera insultante a su progenitor e inconscientemente apretó su mandíbula con rabia y frunció levemente el ceño.
Laufey pareció notarlo por lo que no dejó contestar al príncipe y prosiguió con sus palabras soltando un leve suspiro. -...Y yo tampoco lo soy más, ya no somos lo que eramos y eso me alegra.-
Thor miró impresionado al gigante y hasta podía jurar que una leve sonrisa se dibujaba en los azulados labios del rey, se sintió un poco avergonzado por su impulsividad típica de su juventud y solo asintió ante las palabras.
Laufey se levantó de su trono seguido por uno de sus guardianes le siguió a una distancia prudente, uno de los escoltas de Asgard sacó un pergamino perfectamente enrollado con un listón dorado asegurándolo, retiró el nudo y el papel se deslizó dejando un espacio en blanco a lado de donde ya estaba el sello real de Asgard. El gigante guardian acercó su mano y el Æsir le entregó el documento a penas si sujetandolo entre los dedos azules y se lo acercó a su rey.
Laufey revisó superficialmente las palabras en el papel y al cerciorarse que todo estaba en orden con su dedo índice formó una leve flama azulada en su huella dactilar, acercó el dedo al espacio libre en el papel y su marca quedó grabada ahí, inmortalizada para la posteridad.
-¡A partir de hoy la paz ha llegado a nuestro pueblo! ¡Nuestra tregua con Asgard está sellada!- Los vítores no se hicieron esperar siendo acompañados por los aplausos junto al sonido de los metales; un par de gritos tribales que armonizaban a modo de celebración llamó la atención del rubio.
Laufey realizó una leve reverencia y Thor torpemente la imitó causando una suave risa en Laufey. -Veo que el hijo de Odín aún está desarrollandose para sus labores políticas- Murmuró el gigante ocasionando un pequeño bochorno en el rubio, Laufey solo volvió a reír.
-Ven, joven príncipe, este es un momento histórico y hay que honrar y agradecer a los Dioses como se merecen- Dijo el monarca y con un ademán de mano invitó a los visitantes a disfrutar de los caprichos a la vista.
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Tribal Hot Dance - Thorki
RomanceThor es enviado al frío con quienes alguna vez llegó a llamar enemigos pero su visita únicamente tiene fines políticos. La paz tan ansiada por Jotünheim y Asgard sera sellada. A Thor le impresionó todas las consideraciones a su llegada y como los...