16. Cerezas en la cama.

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En realidad yo pensé que lo de dormir en la misma cama era una broma por parte de los dos pero el si se veía un poco ansioso por dormir conmigo.

No para tener sexo. al menos eso creo yo.
La última vez que medio dormido le insistí que se quedara conmigo en la cama, el sintió que seria inapropiado por no ser novios.

No es como que si cuando llevamos cuatro horas de novios ya se algo que hagamos de inmediato pero en mis adentros... Me encantaba la idea.

El estaba acostado en la cama sobre las sabanas blancas, no llevaba camisa y tenia un pantalón para dormir en tonos gris.

Estaba mirando su celular recargando su cabeza sobre uno de sus hombros con los ojos.
Yo apagué la luz y el brevemente levantó la mirada y volvió a su celular.

Me acerqué a la cama.

—¿Que pasa? —Dijo.

—Me asusta que quienes rompieron mi celular vuelvan a hacer algo mientras dormimos — Le contesté.

El de inmediato apagó su celular.
De un salto se metió debajo de las sabanas

Dió tres golpes con la mano  como indicación de que me acostara junto a el (lo cual no pensé dos veces)

Y ahí estábamos los dos, a medio metro uno del otro pero sin mirarnos a la cara.
Estábamos tensos como muertos pero rojos como cerezas.

Con velocidad busqué su mano por debajo de las suaves y blancas sabanas.
Sentí su anillo frío antes de disfrutar su mano tan tibia.

Parecía que en sus venas podías leer en braille "Te deseo" .

Yo miraba hacia arriba y el giro de una para quedar mirándome a un costado.

Era una tensión increíble, mi saliva nunca fue tan espesa al atravesar mi garganta ni los bellos de los brazos tan erizados como en aquel momento en el que el me suspiraba en el oído.

Los suspiros llegaron a ser casi casi golpes de su nariz contra mi glóbulo hasta que comenzó a dar pequeños besos en mi cuello.

Pequeños, pequeños besos como si quisiera quitar los bellos de un durazno con los labios, desde la parte de lado de mi cuello para ir pasando hasta la parte de abajo de mi manzana de Adán.

Yo ya me sentía mas suelto, me estaba dejando llevar por el momento que no me di cuenta que estaba haciendo círculos con mi dedo en su espalda desnuda.

Se subió enteramente enzima de mi después de que su boca se despedía a besos de mi barbilla.
Tenia sensaciones nuevas en todo el cuerpo.

Sentía como su deseo y su erección rosaba una que otra vez mi abdomen cuando el intentaba quitarme la camisa tan holgada que tenía.

Habíamos quedado en igualdad de circunstancias, de prendas, de deseo y la misma cantidad de sangre que bajaba a a nuestra entrepierna y también subía a nuestras mejillas.

Su miembro chocaba con el mio cuando el se acostó sobre mi y subía y bajaba por enzima de los pantalones de pijama.

Uniendo nuestros labios en un baboso y exhausto beso.
El era un experto, yo solo intentaba sentir el ritmo de su lengua jugando con mi labio superior.

Hubo dos ocasiones donde a la mitad de pleno beso se separaba de mi solo para ver como inconscientemente mi boca perseguía la suya en busca de mas.

Su pecho y cuello estaban completamente rojos, parecía que iba a explotar.

Pegó su frente con mi frente, su nariz con mi nariz, y ambos entre jadeos nos mirábamos a los ojos.

—No aguanto mas —Dijo arrastrando las palabras y terminando con un suspiro.

El se bajó el pantalón y los boxers en un solo viaje dejando salir disparada su erección, que combinaba con su hermoso tono tostado de piel y una dorada pelusa de durazno que lo coronaban en el pubis.

Antes de que pudiera reaccionar ya había bajado los mios y los tiro al piso sobre los suyos.

De un tirón alzó mis piernas para poder montarme antes de que explotara y así poder hacer erupción dentro de mi.

—¡Espera! —Dije entre jadeos.

El se detuvo en seco y me miro a la cara, quería decirle que tuviera cuidado.

El bajo la mirada y notó por primera vez que iba a entrar donde nunca nadie había entrado.
Nadie mas que yo mismo en esas tardes.

El sonrió dejando salir el aliento y luego me miró con una sonrisa tierna.

—Espero que te guste, guapo —Dijo.

Jugó con sus dedos dando ligueros golpecitos para que pudiera prepararme un poco mientras que con la otra mano llenaba sus armas con lubricante.

Primero metió un dedo, un dedo índice.
Yo me estremecí un poco, se sentía tan bien, como acariciaba mis paredes internas.

Lentamente después de sacar su dedo, bajó haciendo chocar su pecho aun muy caliente con el mio.
Yo con mis piernas alzadas y el a punto de entrar en serio.

—Si, si estoy seguro —Susurré tan solo leer la pregunta en sus ojos —.

Me dio un pico y después sonrió.
Y entró, y salió y entró.
Una y otra vez.
Yo de vez en cuando soltaba uno que otro gemido de placer.

El jadeaba, y exhalaba muy exaltadamente lo cual me prendía mucho.

Su movimiento de cadera hacia afuera y hacia adentro, luego en círculos era casi como danza. Una exquisita e impecable danza.

La musica la hacíamos nosotros sin palabras pero tampoco había silencio.

Después de un rato sentía como sus venas estaban listas para correrse.
Yo estaba igual,  era casi mágico la conexión que tenían nuestros cuerpos, al poder sentir la sangre bombeando mas rápido del otro.

Después de correrse calló rendido en mi pecho y yo sobre mi cabeza. Ambos estábamos exhaustos y satisfechos

El seguía dentro se mi dejando salir las ultimas gotas pero sin ninguno de nosotros moviéndose.
Con los minutos sentía como volvía a su forma normal dentro de mi hasta finalmente salir sin que ni el ni yo nos movieramos.

—Eres increíble —Dijo aun acostado sobre mi pecho.











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