Capítulo 4. Confusiones y algo más

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Estaba harta de cartas confusas, no entendía nada de le que estaba pasando, ¿Por qué ella? Estaba segura de que no podía ser posible que les llamara la atención, no era ni mínimamente interesante, suspiró molesta cuando la carta se desvaneció, lo peor de todo esto es que ella se sentía totalmente identificada con las últimas dos cartas, podía sentir el dolor de las dos chicas como suyo, porque había veces en las que también se sentía así, impotente y dejada de lado.

Sentía como los demás perdían el interés en ella al conocer su nombre, se sentía frustrada con las cartas porque le hacían recordar heridas que ella creyó cerradas, le molestaba que trajeran de vuelta cosas que había enterrado hace mucho y le dolía en el orgullo no poder ser lo suficientemente capaz de sobrellevar la situación.

Pero si había algo que le gustara de todo esto es que ella tenía el poder, y lo disfrutaba, disfrutaba sentir el poder, cada segundo, cada minuto, cada hora, ella tenía el poder, se repetía constantemente que nada de eso cambiaría y esperaba de todo corazón que así fuera.

No pudo dormir tampoco esa noche, era como si al sentir las emociones de las personas que escribían sus cartas ella tuviera esos problemas, la verdad es que los tenía, ella tenía esos problemas, sentía el dolor de los remitentes, era muy extraño, como una extraña conexión entre remitente y destinatario, una conexión que ni ella misma lograba comprender del todo, pero le gustaba esa sensación, la sensación de sentirse poderosa, misteriosa.

Siempre había soñado con resolver misterios, toda su vida lo había soñado, así que no le sorprendió cuando encontró una carta bajo su almohada. Sólo la tomo como si fuera lo más normal encontrar cartas en su habitación.

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