A Y E A R L A T E R.

6.6K 450 236
                                    

descripción:

Now I have to get by once again on my own
Nothing but memories

So I remember your eyes, that unique shade of blue
While these brown eyes of mine, they stay closed.

France, The Libertines.
Versión de Pete Doherty.

palabras: 1883

Un año, ya ha pasado un año.

Y Remus decide volver.

Recién, recién decide volver.

Un cobarde, se dice, un puto cobarde, eso es lo que eres.

Ahora tiene la ropa más emparchada, el cabello más canoso, más arrugas en los ojos y en la frente de lo que jamás se había permitido tener.

Ah, qué difícil es predecir los estragos que el tiempo hará sobre nosotros.

La vida, más bien, la vida sin Sirius, la vida sin sus sonoras carcajadas en la mañana, sin los nudos de su cabello, sin esos ojos castaños, ah, esos ojos castaños suyos; y todo lo que les quedaba por vivir, todo lo que tenían por delante.

Griammound Place lo recibe como si estuviera feliz de verlo, esa casa tan vieja, tan destruida por el tiempo, como el propio Remus, parece ser una casa normal como cualquier otra, antigua y monótona como las que la rodean.

Adentro está más frío que nunca.

Deja el abrigo en el rellano, como si quisiera que aquel helado sentimiento de soledad se colara en él -como si ya no estuviera lo suficientemente sólo- y se adentra en las escaleras, las maderas rechinan ante sus pasos y los pequeños ojitos de los elfos como canicas parecen observarlo desde las paredes, aunque no tiene el mismo miedo que sintió cuando estuvo acá por primera vez y el que cada vez que bajaba a la cocina para comer se apoderaba de él. Es un miedo diferente. El miedo de que esta soledad tan monótona y mohosa se lleve consigo todos los recuerdos lindos que Remus conserva de Sirius junto a él.

En las calles de Londres, en un bar alejado con el atardecer a cuestas, en la casa de James y Lily cada domingo, su precario departamento en los suburbios de la ciudad, Sirius besándolo debajo de las sábanas, Sirius y cada vez que se consolaban el uno al otro al volver de una misión que los había dejado con el miedo de perderlo todo, Sirius y todo el tiempo que pasó, Sirius y su sonrisa torcida en la Casa de los Gritos, Sirius y esa casa, Sirius, Sirius, Sirius.

Y para cuando se da cuenta ya tiene la puerta delante suyo.

De madera, como las otras, tan igual, aunque Remus no la siente igual en absoluto, por ella se colaba las veces que la casa estaba más fría que nunca, para que Sirius lo acunara con sus palabras y la costumbre tan suya de soportar con firmeza la lúgubre casa de sus progenitores, cuando la luz de la luna en menguante alumbraba la habitación y estaban más unidos que nunca.

Ahora se para a través de ella un año después, y todavía le parece que, cuando la abra, de ella va a brotar el aroma que Sirius ha impregnado en las paredes, a cigarrillos, aceite de moto y a pasto recién cortado y de entre las sábanas se va a aparecer un hombre de aspecto perruno, con el cabello despeinado y los ojos más grandes que la luna diciéndole: sabía que ibas a venir, Lunático.

Pero la soledad es lo único que encuentra.

¡Maldito destino! ¿Quién habría dicho que después de un año volvería a esa habitación para recuperar los recuerdos que se había olvidado enrredados entre las sábanas de aquel colchón? ¿Y qué no encontraría a Sirius? Oh, maldito Sirius, quién mierda lo había obligado a caerse a través de ese maldito velo.

La Noche En Cuestión . Wolfstar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora