Primer acto: La picadura del BamBam salvaje.

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Érase una vez que se era, en un reino lejano llamado SM (sí, un nombre un tanto hortera) vivía un bello y apuesto príncipe llamado SiCheng, más comúnmente llamado WinWin. Este era un jóven un tanto risueño, llegando a veces a parecer un poco tontito, pero sobre todo poseía un gran corazón. Cómo no, su padre, el rey SooMan, planeaba casarlo con una bella dama para que le diese algún nieto, ya que estaba pronto a jubilarse y quería asegurarse de que su legado no se perdiera.

Y se le ocurrió la original y para nada usada idea de celebrar un banquete en palacio.

Los pies del rey se movían con inquietud mientras planeaba con todo lujo de detalles cómo sería la ceremonia, dejándose peinar por una de sus asistentas. Cabe recalcar que cuando tenía algún plan maestro en mente sus manos cobraban vida propia y ponía... esa mirada. Sí, esa que cuando lo miras dices "madre mía, ¿qué va a hacer este ahora?".

-Celebraré una fiesta. ¡La más colosal y sublime que haya existido jamás!- Decía mientras la sirvienta seguía echando sus cinco kilos de gomina a los cuatro pelos que habitaban en su cabeza.- TaeYong, prepara mi habitación de pensar.

-Me llamo TaeYeon, señor.

En esto el rey se giró, confundido, escudriñando a la chica y haciendo un ademán. Como un restorte, tomó un Walkie-Talkie de la mesa y apretó el botón.

-Felipe, creo que se nos ha colado otra fan loca en palacio, déjala en el cubo junto con las demás.

La chica ahogó un grito, acercándose a él.

-¡Señor, llevo cinco años trabajando para usted! ¡Soy yo quien le lleva la medicina a sus aposentos!

El mayor frunció el ceño, volviendo a apretar el botón.

-Es urgente, sabe mi secreto.

Dos hombres vestidos completamente de negro la agarraron y se la llevaron, arrastrando las piernas de la chica por el pulido suelo de mármol. La pobre gritaba clemencia, pero él hizo oídos sordos mientras toqueteaba su pelo con molestia.

-Tan siquiera sabe peinarme bien la TaeYong esta. Bueno, lo dicho, que va a ser tan espectacular que a Park JinYoung se le caerán los mocos desde lejos.

Porque sí, había que comentar que SM y el reino vecino, JYP estaban en casi constante pelea, por lo que siempre que alguno de sus reyes encontraba oportunidad para pavonearse frente al otro no la desaprovechaba ni en sueños.

Porque sí, había que comentar que SM y el reino vecino, JYP estaban en casi constante pelea, por lo que siempre que alguno de sus reyes encontraba oportunidad para pavonearse frente al otro no la desaprovechaba ni en sueños

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Cerca de ellos, concretamente en el jardín, paseaba el príncipe. Hacía un día espléndido. El Sol brillaba con fuerza, los pájaros cantaban y algunos se le posaban en el hombro, sin cagarse en sus ropas de terciopelo rojizo.

El jardinero, que parecía haberse vuelto adicto a mirarle la nariz (y otras cosas) lo saludó desde lo lejos. El príncipe le devolvió el gesto y siguió caminando, perdido en sus pensamientos. Cómo no, el pervertido trabajador intentaba ver de pleno su trasero con tanto ahínco que pisó mal y se tragó media enredadera. Por suerte la enfermera sabía tratar con ese tipo de casos, además de que el nombre de Nakamoto Yuta ya le era conocido.

Volviendo a nuestro protagonista, se acercaba a los pinos, que hacían de frontera entre el castillo y los terrenos que ya comenzaban a pertenecer a sus eternos rivales. Se notaba cuando dejaba su reino, pues un olor a calcetines sucios reinaba en la delgada línea entre ambos.

Alzó una mano, acariciando las delgadas hojas del árbol, sin notar que algo extraño se acercaba cada vez más a él. Varios gritos se escuchaban a lo lejos, pero como parece Dora la exploradora por lo sordo que es ni se enteró.

-¡I dab every morning when i wake up!

WinWin se giró, asustado y miró a sus lado, sin ver absolutamente a nadie. Comenzó a dar pasos hacia atrás, lentamente y con cautela, a pesar de que seguía en la parte del jardín que pertenecía a su padre.

-¿Hay alguien ahí?

Su voz se perdió entre los árboles, que parecían haberse multiplicado como en las películas de miedo. Siguió retrocediendo hasta darse en la espalda con algo blandito. Con miedo se giró, viendo ahora el rostro de un chico que parecía haber estado viviendo sin darse una ducha toda su vida.

-¡Dab boy! ¡Dab boy! ¡Ooooooh!

"Madre mía, corre." Dijo su mente y medio segundo después ya estaba siendo perseguido por aquél elemento. Y cómo no, por arte de magia tropezó con una rama caída. Comenzó a arrastrarse mientras el BamBam salvaje se acercaba a él con una sonrisa de suficiencia. El personaje se tiró a su cuello en cuanto lo tuvo acorralado, haciéndole soltar gritos de dolor. Cuando aquél bichejo logró su cometido, flexionó sus piernas e hizo un súper salto que lo mandó a tomar por culo.

-¡Que alguien me ayude, por fa... not big!

Un sirviente, que había oído los gritos de auxilio del príncipe, corrió a socorrerlo, no sin antes ponerse una máscara para no infectarse él también.

-¡How do you know i'm not big!

-Oh, dios mío...

Como pudo, el hombre cargó con el príncipe hasta la enfermería, donde lo dejó en la primera camilla libre. WinWin, delirando y con fiebre, sufría espasmos. La enfermera le tocó la frente y, suspirando, preparó una de las agujas.

-Bueno, príncipe, tiene usted suerte de que me quede todavía antídoto contra los BamBams salvajes. Unos cinco minutos más y se hubiese vuelto usted uno de ellos.

-¡Ahaaaaaaah!

-Bueno, exponga su trasero. Debo pincharle rápidamente.

A duras penas hizo el susodicho lo pedido, convulsionando. La aguja se hundió en su nalga derecha, calmando al instante los efectos de la picadura. El príncipe recobró la compostura, subiéndose las ropas con un poco de vergüenza.

-Muchas gracias, doctora Lee, no sé qué habría hecho sin usted.

-Tenga cuidado, príncipe, y no camine por zonas verdes sin un Lucas para contrarrestar a los BamBams o los Jacksons.

-Tomaré su consejo, se lo aseguro.

El chico salió un tanto más aliviado de la habitación, dejando a la mujer un poco preocupada.

De príncipes borrachos y bloqueos #WinIlproyect Donde viven las historias. Descúbrelo ahora