Eva-Capítulo 2

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Llegué a casa. Mi padre Alonso , enfurecido, me esperaba en casa.
-Hola. Lo siento, he llegado un poco tarde. -dije. He estado con mis amigos, hemos dado un paseo nocturno por Oviedo.
-Da igual lo que hayáis hecho.-dijo mi padre, menos enfadado de lo que esperaba. Nunca más vuelvas a casa a estas horas, recuerda que tienes todavía diecisiete años. Mientras estés bajo mi techo, seguirás mis normas.
-Papá , esa frase la utilizan todos.

Llegué al salón, y descubrí que desde que mi madre falleció no hablaba mucho con mi padre, y lo poco que dialogábamos era de mala manera.
Mi madre era una bella persona , hizo todo lo posible para mantenerme vivo en la guerra , y luchó con todas sus fuerzas para que tuviera una buena educación. En este gran salón había en concreto nueve cuadros de mi madre. Siempre que entraba,  un gran sentimiento de agonía se apoderaba de mí. Ver aquellas pinturas era desgarrador. Cuando me levanté del sillón en el que había estado eran ya las doce y media. Decidí ir a descansar, mañana me esperaba un día intenso y no podía estar cansado.

Esa noche no pude dormir bien, estaba inquieto por los sucesos ocurridos . Me intrigaba lo que habría dentro del invernadero. Mis amigos probablemente se adentraron en él, pero yo tuve un mal presentimiento y no me atreví a entrar con ellos.

Llegó la mañana siguiente. Me  iba de viaje sin compañía alguna hacia Madrid el fin de semana . Era un día soleado , bandadas de pájaros sobrevolaban la ciudad. No hacía mucho calor en este primer día de mayo. Me detuve en un panel informativo en el que confirmé la hora de salida de mi tren, las once de la mañana.
Dado que tenía tiempo de sobra, desayuné en la cafetería de la estación un cruasán a la plancha y un café con leche .
Me dirigí a un banco que estaba al lado del tren con destino a Madrid. Se observaban bajo la bóveda de la estación trenes y extraños que se reunían como peregrinos. Quedaban cinco minutos. Una joven de aproximadamente mi edad se me acercó al ver que estaba solo . Ella también viajaba sola.
-Hola, ¿vas a Madrid?
-Sí.
-Veo que estás solo. ¿Te puedo hacer compañía?
- Perfecto , esque estoy solo. Encantado , mi nombre es Javier.
Me estrechó la mano.
- Yo soy  Eva , encantada de conocerte
- ¿Entonces viajas a Madrid con motivo de....?-añadió.
- Voy a ver a mis abuelos . Llevo tiempo sin verles.
- Qué bien. Tendrás ganas.
-Sí. Muchas.
-Y tú, ¿qué vas a hacer en Madrid?
- Solo tengo que resolver un asunto familiar nada complicado , y me tengo que quedar todo el fin de semana . No sé cómo haré para combatir el aburrimiento.

Eva me pareció una chica sociable y desprendía algo único que no sabía describir. No la conocía de nada , pero me apetecía pasar tiempo con ella , no sé porqué. Llegó el tren .Ambos nos subimos al andén .
-Ya que vamos solos , ¿Qué tal si nos sentamos juntos para no aburrirnos?-preguntó ella. Así, mantenemos una conversación.

Esa pregunta fue mi favorita de todas las que me iba a hacer durante el viaje.
-Claro, me parece genial .- afirmé sin pensarlo dos veces.

Nos sentamos en la parte de delante del vagón , uno al lado del otro .

Eva me pareció una chca sin dificultad para comunicarse , además de atractiva. Me hablaba con tanta soltura que pasé un poco de miedo. Aún así ,con ella me sentía seguro , no temía a nada.
-¿Vives en Oviedo?- pregunté , con objetivo de entablar una conversación.
-Sí , vivo en un barrio pequeño
- ¿Podría ser uno que está cerca del cementerio?
- Sí , es justo ese. Vivo en un tercer piso.
- En ese caso , tengo una pregunta para ti. -aventuré. ¿Sabes algo de lo que puede haber dentro de  un invernadero abandonado que está detrás de dos pequeños callejones?
- Sé cuál es el invernadero , pero no sé qué hay allí. En todo caso está abandonado , ¿no?
- No sabría decirte , pero ayer vi a un hombre de negro entrando en él a las doce de la noche.- añadí.
- Qué raro , diría que nadie ha pisado ese invernadero en años.- dijo Eva.
-¿Podrías decirme todo lo que viste? - añadió.

Le conté todo lo que hice aquella tarde. Noté un ligero escalofrío en sus hombros. Se asombró de lo que dije. No parecía creer mis palabras.

El resto del viaje, estuvimos dialogando sobre nuestros estudios.
Ella era una apasionada de la física. Yo era inteligente , pero sentí que ella lo era más. Se la notaba centrada en sus estudios y con las ideas claras.
El tren paró y nos despedimos . Me dijo que iba a pasar el día cerca del ayuntamiento de Madrid , y que si quería podía acompañarla. Yo iba a estar con mi familia, y ella sola. Me sentí apenado y decidí ir a las siete de la tarde al ayuntamiento.

Llegué a vieja mansión de mis abuelos , pensando todo el camino en Eva. Sentí que había vivido sola mucho tiempo y que su pasado no fue feliz, no sé por qué. En la entrada me esperaba mi abuela, Ana, con los brazos abiertos. Me abrazó.
- ¿Qué tal estás, Javier? .Llevamos mucho tiempo sin vernos. ¿Cómo te ha ido ?
- Muy bien .Todo muy bien. -dije, sin pensarlo bien .

Estuvimos hablando un buen rato. Mi abuelo Daniel no sabía que ya había llegado, y fui al salón a saludarle. Intuí que estaría allí. Estaba en lo cierto. Estaba viendo la ciudad de Madrid junto a la ventana.
- ¡Hola, abuelo! ¿Qué tal?
También me dio un abrazo.
-Todo perfecto. Encantado de tenerte con nosotros después de tanto tiempo.

Cerró la ventana y me invitó a ir al sofá. Llamó a a Ana para que viniera a hablar con nosotros. Me ofrecieron una taza de café caliente y un bollo.
Estuvimos hablando durante una hora , aunque mis pensamientos se centraban en lo ocurrido en el cementerio. También pensé que por cortesía debía acompañar a Eva un rato al ayuntamiento. Al finalizar la conversación sobre mis estudios y sobre lo que ocurrió con ellos en Madrid, me dirigí al ayuntamiento.
El día era soleado , como era de costumbre en mayo en la ciudad de Madrid. Todavía no era de noche , eran aproximadamente las siete y media de la tarde. Llegué media hora más tarde de lo que tenía planeado , ya que la conversación con mis abuelos fue bastante larga. Cuando ya llevábamos unos cuarenta minutos hablando me comenzé a aburrir, pero debía aguantar porque sabía que tan sólo mi presencia les hacía muy felices.
Vi a Eva sentada en un banco mirando a los alrededores, parecía que me estaba esperando y ni siquiera ella sabía con certeza si iba a acompañarla o no.
- ¡Hola, Eva!
Eva se sobresaltó y me saludó. Se la veía alegre.
- No tenías por qué venir conmigo , pero agradezco tu amabilidad.- dijo Eva.
-Bueno , ¿Damos un paseo?- pregunté.
-Vale. -contestó Eva. Te tengo que contar algo muy importante , Javier.- añadió.
- Dime , te escucho.

Comencé un paseo por la ciudad de Madrid. Eva conocía muy bien Madrid y me guío por las calles más famosas . Madrid era una ciudad excepcional .

JavierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora