4.- El secreto del espejo

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—Yugi... —Llamó Marik consternado, entregándole al pequeño una cantimplora con agua, sonrió cuando el tricolor la tomó y comenzó a beber tragos pequeños. — ¿Estás bien?

—Creo que tienes razón, Marik. El faraón quiere que vayamos a su tumba y yo quiero ir. Así seamos sólo tú y yo contra el desierto.

—De ninguna manera. —Espetó Tristán señalándose con el pulgar.

—Así es. —Corroboró Joey. —No hay forma de que vayan solos al desierto y encuentren la tumba.

—Es verdad. —Soltó Tea con una mano en el corazón. —Siempre hemos estado juntos y lo estaremos ahora, iremos con ustedes.

—Chicos... —Murmuró Yugi con una sonrisa amplia.

—Y nada de que no quieres ponernos en peligro. Ese discurso ya está muy rayado. —Espetó Tristán ofreciendo una mano para Yugi, Joey le ofreció la otra y ambos sonrieron levantando a su amigo.

—De todos modos iremos, Yugi. —Dijo Tea con una sonrisa diáfana. —Creo que hemos demostrado servir de algo en todas estas aventuras.

—Además. —Soltó Joey tocando su nariz con el pulgar. — ¿Venir a Egipto y no ponernos en peligro una última vez en el nombre del faraón? Sería como no haber venido.

—Gracias chicos... Son los mejores.

—Ahora sólo tenemos que saber qué hacemos aquí para irnos...

— ¡Las doce puertas! —Soltó Ishizu como dándose cuenta de aquello. —Ha oscurecido, el faraón debe hacer un trayecto de doce horas que inician al atardecer, en cuanto se pone el sol. Aquí está detallado todo. —Soltó corriendo hacia la cámara del sarcófago de Aknamkanon. Se arrodilló antes de entrar y pidió permiso al regente para entrar en su propio idioma antes de atravesar el umbral. Puso sus dos manos en la pared y miró a sus amigos. —Aquí inicia, está detallado el trayecto que tienen que recorrer los faraones si quieren ascender al Dat. Aquí está todo.

Solomon miró su reloj y encaró a los presentes. —Si lo que dice Ishizu es verdad y el faraón ya inició ese trayecto, para ésta hora debe estar llegando a la tercera puerta. Ya fue juzgado y se le permitió subir a la balsa de Ra, escoltado por Sia y Heka.

— ¿Qué dicen las paredes Ishizu? —Inquirió Duke serio. Aunque bien era cierto que no estaba enterado al cien por ciento de lo que ocurría, el tiempo que había pasado en Egipto era más que suficiente para creer ciegamente en aquella magia antigua.

Odion se acercó a Solomon un momento mientras Ishizu comenzaba a explicar el trayecto de las puertas. El egipcio miró de reojo a Solomon antes de comentar. —En la antigüedad, los acertijos fueron nuestros fuertes para proteger las tumbas.

—Lo sé, eran excelentes en los juegos.

—Y eso no es todo. Pero no estoy seguro de tener razón sobre esto.

— ¿Qué pasa, Odion? ¿Tienes dudas?

—Sí. Mire la espalda del amo Marik, de arriba hacia abajo.

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4.- El secreto del espejo

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Atem sintió la balsa detenerse y miró a Heka y a Sia, ambas lo miraron y en su cabeza escuchó la voz de las diosas.

Lo que ves en las paredes y en las orillas del Nilo es el eterno devenir de la lucha contra los dioses que se revelaron. Y ahora debes ser juzgado por tus actos.

Atem respiró profundo. — ¿Qué debo hacer?

El río se incendió y él retrocedió sorprendido, mirando las flamas subir hasta su estatura.

El secreto de la tumbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora