5.- La cámara ritual

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Heka y Sia miraban el punto en el que el joven faraón se había sumergido en el agua. Esperaban pacientes a que el joven muchacho saliera, pero había pasado ya tanto tiempo sumergido que dudaban que Atem hubiese pasado esa prueba. Aunque había sido honesto en la puerta anterior, la parte del río que correspondía a la vida eterna podía contener engaños.

Aun así debían esperar hasta que terminara el tiempo designado para esa prueba.

Y tras varios minutos más, vieron a Atem emerger del agua poco a poco, caminando hacia la orilla del río, salir con pasos calmados, con los ojos cerrados a causa del agua, con la piel desnuda brillando gracias a las gotitas de agua que se habían adherido a él. Sonrió abriendo los ojos y encaró a las diosas.

—Estoy listo para seguir.

.

Yugi miró con horror que volvían a la cámara del rompecabezas por enésima vez. Ishizu, Solomon y Odion habían estado leyendo las inscripciones de las paredes tratando de llegar a algún lugar, y basándose en sus resultados, los egipcios que habían construido aquella tumba les habían tendido una trampa compleja y completa a cualquiera que osara profanar de cualquier manera la tierra santa dispuesta al descanso de los faraones. Marik suspiro hastiado y encaró a Yugi.

—Perdóname por favor. Aun siendo un guardián de las tumbas, no sé cómo salir de esta.

—Tranquilo, no es tu culpa. Ya encontraremos la manera. —Se llevó una mano al rompecabezas, preguntándose si el faraón sabría qué hacer en una situación así. Sonrió sintiendo una caricia sobre su mano y, de nuevo, el ojo del milenio se manifestó en su frente. —Shadi... Él siempre sabía por dónde guiarnos cuando estábamos perdidos, pero incluso él se perdió en la mente del faraón la única vez que trató de juzgarlo, sin saber que era él. —Suspiró.

— ¿Tienes algo en mente? —Inquirió Marik al ver el ojo del milenio en la frente del pequeño.

—Una idea vaga. Éste pasaje me es familiar, no por haberlo recorrido tantas veces, sino como si lo conociera de antes. —Abrió los ojos sorprendido al percatarse de por qué una cenefa de jeroglíficos le había resultado tan familiar, al igual que el resto de la cámara. Avanzó unos pasos para observarla mejor y sonrió. —Sólo una vez estuve en la cámara mental del faraón, a Atem le aterraba la idea de que me perdiera en su mente o de que me diera cuenta de que había un pasado que él mismo temía descubrir. —Avanzó con pasos tranquilos hasta la puerta y se paró a un lado, donde la tierra estaba suelta en las paredes. —Había muchos pasadizos ocultos. —Puso una mano en la pared e hizo un poco de presión ahí. —Y casi parecía como si su propia mente se negara a permitirle pasar, como si él mismo hubiese dispuesto que no debía recordar nada. Pero siempre encontraba la forma de saber un poco más. —Empujó con más fuerza la pared y ésta cedió un momento, hizo un ruido seco y sordo para luego deslizarse al fondo y a la derecha, revelando un pasillo oscuro y largo. Marik y Yugi soltaron una exclamación de sorpresa, llamando la atención de todos, Marik pasó su brazo sobre los hombros de Yugi y con la mano libre le revolvió el cabello gritando.

— ¡Por eso te eligió el faraón como su portador! ¡Eres increíble!

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5 La cámara ritual.

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Atem miró a Apep, se dio cuenta de que la serpiente estaba enredada en una red.

—Eso no la detendrá.

Lo sabemos.

— ¿Quién dirá las palabras del ritual?

Ambas diosas lo miraron un momento y él suspiró asintiendo. Por un momento temió no recordar todas las lecciones que había recibido de niño sobre el ciclo de las doce puertas y todo lo que sabía de otras deidades. Algo estaba claro, no sabía el ritual completo. No conocía las palabras exactas para arrancar de Apep la magia y sellar su destino, se preguntó cómo haría para salir de aquello.

El secreto de la tumbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora