Cada carga, cada calada, cada cara larga, es como una puñalada en el alma, a veces te das cuenta del año que has hecho a quienes de verdad te amaban. Te invade la culpa y te evades que es lo que el corazón te implora. Mientras tu mente se ahoga, haciendo equilibrismos suicidas en la fina línea que separa estar cuerda de estar loca.