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Dulce mensajera que al arte precede, tu ofrenda de cuerpo deniego en completo no es lo que sirve al alto sendero que nuestros linajes de tiempos sagrados nos han heredado. Allí donde vamos no existen las formas, pesadas espesas, nos reina magia sin marcas sin reglas.
Las llaves del tacto elevan las calmas y cuál peregrinos en ciega ordalía cruzamos las puertas rompemos el sello, el verbo suspende su andar imperante y asigna a sus bordes la carga signada, inquietos comienzan la obra selecta, en actos dispuesta conecta texturas y eleva conciencias. Primero describen las formas vedadas cual paso inmanente al suave sosiego, no hay dimensiones no hay coordenadas lo alto desciende lo diestro disipa, en ciego describen la imagen pautada su brillo atesoro, su brillo hago mío. Del centro emanante al punto ascendente.
Así éstos bordes compensan virtudes y exponen duales, el hálito vuelve, al hálito invocan.
La naturaleza se hace evidente, no hay discordantes, no hay diferentes, resueltos los grados seremos iguales, verdad y razón aquí enlazados conforman el trino y crean la esencia, tercera completa tercera exaltada. La esencia interviene, sin cuerpos mortales sin formas morales, en ella transfiero y en ella recibes, y uno en el uno eleva este acto, el tiempo se apaga el tiempo aquí muere. Es ella quién manda y es ella a quién reza, un simple destello el compás acelera los cuerpos inertes divisan la escena que vibra que grita que clama, las ondas que expanden ahora detonan, y uno en el uno la unión se conforma. Del punto ascendente al núcleo inmanente.
El acto culmina, la esencia servida retorna la calma los cuerpos en vida ahora elevados retoman el tacto, asienten el verbo, y cuerpo con cuerpo la forma evidencian; no somos lo mismo que ha iniciado, no somos lo visto con ojos mundanos, te he conocido me has observado.
Sutil mensajera, que al arte precede mi ofrenda de cuerpo en ti se disuelve, mi ofrenda de cuerpo en ti se enaltece.
