Entre la lluvia

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Las estrellas no nacen de una triste declaración.

 Es la fortuita explosión que perece en con su

 luz sin ánima de presunción. 



Somos pequeños versos entre la lluvia,

orientados a deambular un rumbo en el tiempo.

Pequeños versos con el optimismo

de volver a ser leídos.

Un puente sin retorno.

Pequeñas gotas de miel,

ventanas al canto,

y pasos de color ambar.

Al principio el camino es rebosante de neblina,

marrullería y dioses con imagen frágil,

ciegan la luz de constelaciones.

Un cielo tan lejano como mis ojos lo permiten,

edificios desmesurados de vanidad,

y un violín con llanto melódico.

Música de piedad,

de mortalidad.

Debajo un río que separa dos ciudades,

dos fantasías distintas y ajenas de la otra,

unidas por el puente de una vida

y divididas por el agua de la disparidad.

La música seduce hasta erizar la piel,

el deseo enardece la sangre

y la esmeralda

se sumerge

en el frío.

En el camino que se perdió.

Del toque que perduró lo que las palabras

jamás expresaron,

de aquella imagen que nos fue devuelta

al pilar declinado,

la dulzura del silencio para despedirme

con la carta perdida.

Una ópera que rasga el vientre,

y el olvido pelea contra su existencia,

la única prueba,

de que fuimos el hermoso,

y pequeño poema,


entre la lluvia.

Relicario de palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora