Sabor a lágrimas

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De la clemente fugacidad del ser, cayendo sobre los labios la lágrima osada pero condescendiente, descansa la semilla de nuestra condición. Nuestras historias. Fruto de nuestros desvelos y memorias, de nuestros cantos y decepciones. Ojos cabizbajos de néctar floral y labios agresivos sedientos de inocencia. Mirada lunar que reposa en el altar de nuestros secretos. Aquellos que figuraron alguna vez en nuestros besos.

De nuestra amargura se escuchan sacrilegios, de nuestra dicha se escapan las ingenuidades, pero de nuestras bajas pasiones, se manifiestan nuestras verdades. Las lágrimas en el aire, solo terminan siendo lluvia, con sabor a intimidad.

A todo se acostumbra nuestra sustancia, menos a dejar de amar la belleza. Las notas se arrumban en el cajón y los fotogramas se cuelgan en la pared, del hogar cuyo único principio y fin, es hasta que se seca la gota.

Ignoras las palabras para refugiarte en el sueño y el deseo, pero no olvides que la parte más íntima de ellos, son las palabras que jamás pronunciaron. Labios húmedos de aquellas desgraciadas traiciones y de color opaco, no castigues a los míos con tu lejanía, pues aunque no podré curarlos, también son de color opaco.

Aunque tengan sabor a lágrimas, se secan con la lluvia, las palabras, las horas y la intimidad. 

Relicario de palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora