-TOXIC,, knowhan,, minsung

하나

Minho observaba atentamente como Jisung hablaba con su psicólogo, atento a cada detalle que podría salir de sus esponjosos y suaves labios que ahora estaban agrietados y partidos por una línea en el medio de aquellos, los cuales tenían restos de sangre seca. El mayor podía sentir las miradas nerviosas y rápidas que el más pequeño le proporcionaba, haciendo que el psicólogo ponga mala cara.

—¿Puede dejar de mirar atrás mío? Incomoda mucho, señor Han.–Explicó con toda la formalidad del mundo el señor de bigote con vida, haciendo que Jisung mire a sus lados nerviosamente, mordiendo sus labios y quitando pieles sobresalientes de sus dedos con los de la mano opuesta.–¿Está ansioso, señor?

El pelirrojo odiaba que aquel viejo pregunte tanto, hacía que se ponga nervioso por nada, y si decía algo mal bajo sus nervios sabía que Minho lo golpearía al llegar a casa y no pararía hasta que sangre apareciera en el acto. Eso aterraba a Jisung, odiaba ser golpeado.

—No lo estoy.–Respondió con su mirada fija en sus zapatos, sintiendo la mirada penetrante de el moreno.–Y deje de decirme señor, apenas estoy cumpliendo los diecisiete.–Tratando de parecer tranquilo, apretó demasiado sus uñas contra la piel de su mano, haciendo que quiera sisear, pero aguantandolo al escuchar la risa del mayor, el cual se paseaba por la habitación.

—Está bien, joven Jisung.–Habló el canoso, anotando en su libreta todo lo que debía hacer para no incomodar a su paciente, en ellos incluídos la nueva normativa que dió a conocer en ese momento el de piel levemente tostada.

—Perdone, pero...–Empezó, levantando levemente su diestra para hablar, haciendo que Minho levante su ceja, mientras apoyaba sus codos en el escritorio del mayor de todos.–¿Puede salir Minho de la habitación? Me pone demasiado incomodo.

El canoso frunció el ceño. A Minho no le gustó aquello.

—¿Por qué?–Respondió, aunque no sabía que estaba pasando.

—No puedo decirlo...