Capítulo 1

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No me pertenece ninguno de los personajes en esta historia, si así fuera ya los habría tenido en una relación

La siguiente historia tiene contenido para +18 (que incluso si sé probablemente no hagan caso, prefiero advertirlo).

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Carol dejó que el caballo galopara por el sendero ya conocido y la llevara hasta su destino. Cada vez que venía en esta dirección una cantidad gigante de sensaciones se adueñaban de ella, estaba la excitación, la premoción, el saber lo que pasaría en cuanto bajara de su fiel corcel, sin embargo, también se encontraba el miedo, aquel miedo irracional de que algo hubiese pasado con su arquero desde el día en que se despidió de él hasta el día en que volvía para encontrarlo, sabía que no se debía preocupar. Incluso sabía que esa preocupación era fruto de aquel encuentro prohibido, pero no podía evitar que su corazón latiera desbocado.

Y, finalmente, bajo otra capa se encontraba la culpa. La culpa que siempre se aparecía en el peor momento, la culpa por estar haciendo algo indebido, por abandonar aquello que había construido durante los últimos cuatro años para pasar unas horas, una noche o a veces un día con el hombre que la hacía sentir cosas que jamás hubiese imaginado.

Ni siquiera ella sabía por qué lo hacía, sabía que amaba a Daryl, siempre había sido Daryl. Y quizás todo sería más fácil si solo abandonara la comunidad, abandonara esa posición de reina en la que había quedado catalogada, tomara sus cosas y huyera al bosque con su arquero.

Y entonces, cuando pensaba hacerlo la imagen de Henry llegaba a su mente, la imagen de Henry llamándola mamá, mostrándole como había capturado un conejo, como había hecho un dibujo o algo tan simple como verlo sonreír. Henry había pasado los últimos cuatro años con el concepto “Ezekiel es mi padre, Carol es mi madre” había crecido en él y se había materializado como la familia que había perdido cuando el apocalipsis había comenzado.

Para Carol, Henry era todo lo que no pudo darle a Sophia, la familia feliz donde no debía caminar en puntillas para no hacer enfadar a su padre, el niño al cual le enseñaba a cazar, a curar y que había entrenado para matar caminantes, y el niño que años atrás había rescatado de una situación dolorosamente igual a aquella donde no lo logró con Sophia. No podía arrebatarle eso al niño. No podía poner su felicidad por delante de él.

Si alguien le preguntara como terminó en esto no sabría responder, lo más normal sería decir “solo pasó”, recordaba venir mucho y muy seguido cuando supo dónde estaba Daryl, las primeras veces lo hacía con miedo, creía que venir hasta aquí invadía de algún modo su privacidad, e incluso, había intentado más de alguna vez convencerlo de que volviera con ella, aceptando si quería vivir en otro lugar que no fuera Kingdom, pero su respuesta siempre había sido negativa.

El día que entendió que no era una molestia para Daryl fue cuando él le preguntó si volvería. Sabía que había tomado mucho esfuerzo de su parte formular esa pregunta y las palabras habían salido ahogadas una vez que había comenzado a hablar. Aquella tarde, habían tenido una acalorada discusión por algo que ni siquiera podía recordar, pero Daryl había pensado que no la volvería a ver y eso ya le había comprimido el corazón.

Ella no podría dejarlo. Había una fuerza gravitatoria que hacía que siempre se volvieran a ver, él la había encontrado en la granja cuando miles de caminantes la perseguían, había vuelto a ella en la prisión cuando había dejado el lugar por su hermano, se habían encontrado tras Terminus, la había encontrado en la cabaña. Demonios, Daryl incluso se había ofrecido a hacerle compañía cuando ella se hizo cargo de los salvadores, y ella lo había hecho por él.

Aquella tarde ella lo había abrazado, le había susurrado que ella jamás podría dejarlo y que volvería como lo hacía todas las semanas. Él le había devuelto el abrazo y había dado esa pequeña sonrisa que si no lo conoces dirías que es una mueca.

De ahí las visitas se hicieron más duraderas, las conversaciones eran triviales y habían caído en una costumbre cómoda, hablaban de todo y nada, ella le contaba sobre Henry, sobre Michonne y sus hijos, él le decía lo que había hecho en los días en que no estaba.

Pero un día la besó. Fue torpe, sus labios chocaron y se quedaron en la misma posición por lo que parecieron horas, pero en realidad habían sido solo un par de segundos. La besó mientras conversaban y por su expresión de perplejidad Carol pudo decir que ni siquiera él sabía por qué lo había hecho, solo sabía que ese pequeño roce había enviado una ola de electricidad a través de su cuerpo que jamás había sentido. Que cada fibra de su cuerpo gritaba que quería más mientras su parte racional le decía que no podía hacerlo.

Carol jamás había tenido la intensión de engañar a Ezekiel, demonios, el hombre podía ser irritante cuando comenzaba a hablar, pero era extremadamente bueno, siempre buscaba lo que era justo, la trataba con respeto y había sido un padre excepcional para Henry, pero no era lo que su corazón pedía, por eso aquella tarde el primer instinto de Carol fue alejarse, tomar el caballo que tomaba agua en el arroyo y desaparecer.

Pero no pudo, caminó hacia el caballo sin mirar a Daryl, no podía ver la expresión atormentada que probablemente tenía y luego marcharse sin decir nada, llegó hasta el animal para volver a montarlo cuando todo se rompió dentro de ella, su corazón no sería capaz de marcharse cuando en realidad había esperado ese momento durante años y había llegado a perder la esperanza de que algún día sucedería.

Dio media vuelta y observó a Daryl, no dijo nada, solo se aproximó a paso rápido y cuando llegó hasta él enredó los brazos en su cuello acercándolo hasta sentir sus labios de nuevo contra los de ella. Esta vez ambos reaccionaron a la vez, abrió los labios para saborear el contacto que no tardó en llegar y se estremeció al sentir las manos del arquero que habían rodeado su cintura y la atraían aún más contra él.

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⏰ Última actualización: Jan 04, 2019 ⏰

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