Humanos

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—¡Corran! ¡Mujeres y niños primero!

La conmoción era grande, desde todos los rincones del bosque corrían hacia la guarida, no sabían por qué, pero había sonado la alarma, la mayoría jamás la había escuchado siquiera.

Garga y Ofo jugaban persiguiendo un zagle en el bosque, el escurridizo animal movía la cola entusiasmado y escapaba de ellos dando pequeños saltos. Cada vez que uno de los niños se acercaba lo suficiente, el zagle se escurría hacia el cielo desplegando sus alas y volando brevemente para aterrizar unos metros más allá, las volvía a guardar y echaba a correr en círculos nuevamente.

—¿Qué fue eso?

—No lo sé, jamás lo había escuchado.

—Tal vez deberíamos ir a ver.

Los dos pequeños se agazaparon y comenzaron a desplazare con sigilo hacia la fuente del sonido. La ansiedad había nublado sus sentidos, ambos estaban asustados por algo indescriptible, aunque en su limitada experiencia confundían esa sensación con excitación y trataban de acercarse más a aquello que los amenazaba. Recién cuando estuvieron muy cerca del tumulto, pudieron escuchar los gritos que guiaban al resto a esconderse. Garga le hizo una seña a Ofo para que se unieran.

—Espera, todos van a la guarida.

—Lógico.

Ofo estaba cautivado por algo invisible, tomó a Garga del brazo y la escondió tras un árbol junto con él mismo. Se alejó levemente del camino para no ser descubiertos y continuó sorteando las raíces y arbustos dando miradas al costado para comprobar que se mantenía cerca del flujo.

—Qué haces Ofo, es hacia el otro lado— Garga forcejeaba, pero se dejaba arrastrar.

—El sonido, las alarmas vienen del sentido opuesto. ¡Shhht!— Le puso la mano en la cabeza a Garga y se tiró al suelo con ella. Tres adultos pasaron corriendo sobre ellos sin siquiera prestar atención al zagle que corría alrededor delatándolos.

—Esto no me gusta, ¿los viste?

—Sí...

—¿No te da miedo?

—Necesito verlo por mí mismo.

A medida que avanzaban, la gente llegaba cada vez más desde todas direcciones y se unían en el camino de regreso a la guarida. Cada vez más asustados, los ojos de los adultos que se unían desde más lejos estaban llenos de terror, Garga no lo aguantó más. —Por favor, hay que volver— De un remezón se soltó de su mano y se aferró al zagle.

—¿No quieres saber de qué se trata todo esto?

—¡No!

—Porque jamás nos van a decir, si quieres saberlo sólo hay una... Entiendo. Pues vete.

—¡Por favor!

Ofo se echó a correr sin mirar atrás. Garga se montó sobre el zagle y emprendieron el rumbo en la dirección opuesta. Cabalgó a toda velocidad unos minutos mientras las lágrimas le corrían por las mejillas, estaba asustada, no sabía qué sucedía, y había dejado solo a Ofo. Si algo le pasaba, no podría perdonarse jamás. Tenía que devolverse.

—¡Apa!

Echó a correr sobre el zagle en sentido opuesto, el animal batía las alas para alcanzar mayor velocidad. Garga se agachó, apegando su cuero al del animal, pasando sus bracitos por debajo de la base de las alas, de esa forma le permitía maniobrar mejor entre la vegetación. Cada tanto el zagle daba un golpe de cola que lo remecía entero y los levantaba a ambos varios metros por sobre las copas de los árboles, ella aprovechaba entonces para buscar a Ofo desde la altura, pero no había rastros de él. Ofo iba a pie, no podía haber cubierto demasiada distancia tan rápido, Garga y el zagle ya se encontraban casi en los cascos helados de las montañas y todavía no lo veía. Sin darse cuenta, se encontraba sola, ya no se escuchaba la alarma, no había rastros de nadie más. Estaba segura de haber escuchado la alarma provenir de esa dirección, miró atrás y le fue imposible divisar a nadie, había perdido el tumulto hacía un buen trecho, tampoco podía divisar con claridad la ubicación de la guarida. El terror comenzaba a apoderarse de ella, pero era ella quien había dejado solo a Ofo y, conociéndolo, no se detendría hasta descubrir de qué se trataba todo el alboroto. Si no había llegado hasta allí aún, tendría que hacerlo pronto, así que se puso pacientemente a observar sobre un peñasco. No podía ver a nadie moviéndose en esa dirección, afinó su vista, Ofo seguramente estaría escondido, si pasaba, lo haría con el mayor sigilo posible.

La Mariposa de Hierro (Parte 2 de La Ciudad Desesperada)Where stories live. Discover now