- Acércate más Tae - pasa una mano por su cintura y le acerca un poco - tranquilo, a Army le gusta
- Kookie... - dijo susurrando y mirando al suelo - pero estamos en el escenario
| Advertencia: MUY fluffy.
Historia terminada en el capítulo 18. Las p...
Cuando salgo del baño me encuentro a Jungkook haciendo un duelo de miradas con mi conejo.
– Vale... ¿qué está pasando? – pregunto mientras me acerco
– TaeTae – Jungkook me mira serio – tu conejo no deja de desafiarme – lo señala
Mi mente: ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿?????????????
– ¿Qué?
No sé si tirarme al suelo y reírme como una foca o llevar a mi pobre Jungkookie al psicólogo.
– Ese conejo tiene malas pintas, yo creo que deberías dormir conmigo mejor – dice JK asintiendo
Aparece una sonrisa en mi cara. Iba a dormir contigo igualmente Jungkookie.
Me acuesto a su lado, apago la luz y le abrazo.
– Oye TaeTae...
– ¿Qué pasa? – digo en voz baja
– Pero a ver, ¿soy mejor que tu conejo de peluche o no?
– Ay – intento contener la risa – eres el mejor conejito
Tras eso él me besa la frente y nos dormimos.
Antes del cambio de compañero pensaba que si nos quedábamos en la misma habitación podríamos jugar y acostarnos tarde. Pero desde que estoy con él ni siquiera pienso en videojuegos. Siento mi corazón completo.
Siento que una misma persona puede hacerme feliz y llorar a la vez.
Jimin... ¿es esto a lo que te referías?
Por la mañana de alguna manera me despierto antes que la alarma y lo primero que veo es a mi conejito, y no, no es el de peluche.
Sonrío.
Esta vez me toca a mí despertarle.
– Jungkookieee – susurro en su oído
– Hmmm – Jungkook se incorpora con cara de sueño y me mira
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– Buenos días – nos decimos a la vez
Me levanto para prepararme, espero que Jimin hoy se sienta mejor, lo conozco desde hace mucho y no soporto verle mal. Aunque realmente parecía feliz de que Suga se quedara cuidando de él.
Supongo que tendré que preguntarle.
Mientras Jungkook se encierra en el baño salgo en busca de Jimin.
Justo voy a llamar a la puerta y alguien la abre.
– Hola Jim... – me quedo callado, está rojo como un tomate y tiene una gran sonrisa – eh... ¿estás bien?
