Capítulo Cuatro

350 22 6
                                    

Efectivamente, se puso feo.

—¿Me pides ayuda para destruir a Marinette Dupaing-Cheng? —preguntó la rubia, dándole el labial a Sabrina para que lo guardara en la cosmetiquera.

Lila, con una sonrisa llena de presunta inocencia, asintió. Haciendo que la rubia riera.

—Sí que eres una hipócrita, ¿No? —pregunto la rubia, inocentemente.

La sonrisa de Lila desapareció. En su lugar apareció una mueca. No valía la pena fingir que era amable con Chloe Bourgeois. Las dos estaban casi cortadas por la misma tijera, eran dos caras de la misma moneda. Lila amaría ser akumatizada de nuevo sólo para tener una excusa para atacar a Ladybug y Chloé mataría si alguien le hiciera daño a su heroína. Aún así, era la rubia quién provocaba akumatizaciones por toda la ciudad, no ella.

—Se supone que tu padre es el alcalde, ¿No?—pregunto Lila, rodando los ojos—. Tienes poder aquí y odias a esa chica.

—¿Y por qué debería ayudarte? ¿Vas a amenazarme o algo así? ¡Já!—exclamó Chloé, recibiendo el polvo de cara que Sabrina le tendía y tomándolo para seguir maquillándose —. No creas que no te he visto coquetear con Adrien.

—Disculpa, creo que me equivoqué de persona. Pensé que estabamos del mismo lado. Además, creí que te interesaría conocer a Ladybug.

Sabrina miró fijamente a Lila. Conocía que el punto débil de Chloé era Ladybug. Si alguien le ofrecía estar con Ladybug a costa de su fortuna, ella se lo pensaría dos veces y luego se negaría. Pero, ¿Destruir a Dupaing-Cheng a cambio de ver a Ladybug? Sabrina tuvo ganas de cambiarse de bando del miedo que le daba que alguien pudiera manipular a Chloé y no al revés. Le pasó el lapicero a Chloé, aún sin que ella se lo pidiera.

—¿Qué dices que es lo que tengo que hacer?

Lila sonrió. Los tenía comiendo de la palma de su mano. Si hubiera sabido que con solo decir Ladybug obtendría todo lo que quería, entonces ella misma hubiera sido Ladybug.

Todos le miraban en cuánto cruzo la calle. Marinette se miró el vestido buscando alguna mancha. No era la primera vez que los usaba y no estaba espectacularmente bella esa mañana así que no había ningún motivo para que la vieran. Pero luego un grupo de compañeros, sin disimulo alguno siguió observándola aún cuando ya había pasado y susurrando entre ellos.

Subió las escaleras de la misma forma, pero otro grupo susurraba de la misma forma sin siquiera parpadear para no dejar de mirarla. Se detuvo pensando en sí debería decirles algo al respecto, pero al final se respondió así misma que no debía perder el tiempo.

—¡Marinette! —exclamó Adrien, haciendo que la azabache sonriera en su dirección antes de sentir que le pesaban las mejillas—. ¡Hey! ¡Espérame!

—Oblígame. —soltó la azabache, recibiendo al rubio con dos besos en ambas mejillas—. ¿Qué tal estas?

—Mejor que tú, no. ¿Ese es el vestido que hiciste reciente?

—Sí, ¿Qué opinas?

—Siempre te ves bonita.

Marinette sintió su corazón ablandarse de la ternura. Se apresuró a abrazar a Adrien de lado al pasarle un brazo por sus hombros mientras que él le ponía una mano en la cintura. Adrien aún utilizaba aquella bufanda que le había regalado para su cumpleaños, de haber estado en privado hubiera hecho el chiste de: "Te vex tan Gay" para que riera. Pero era algo imprudente dado que todo el mundo los miraba

Y, de nuevo, estaba en lo correcto al pensar que si hubiera llegado tan tarde como de costumbre, se hubiera perdido la discusión de Alya y Lila y el resto que las sostenía para que no se mataran. Marinette corrió de inmediato al lado de su amiga, sabiendo que Nino no sería lo suficientemente fuerte para sostenerla por mucho tiempo y Adrien corrió a su lado. Parecían animales intentando detener a Alya para que no matará a Lila.

Mentirosa [Lilanette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora