3. Lo que no quería.

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Si había algo que estaba mas que claro, era que no quería estar en ese lugar.

Demasiadas personas me estaban abrazando y adulando como si me conocieran de toda la vida, incluso luego de haber eructado cinco veces por culpa de la maldita Coca Cola; no había nada que hiciera que fuera lo suficientemente malo para que me miraran con desprecio, ¿por que no me odiaban y ya? La idea de volver al orfanato con Beau parecía cada vez mas lejana.

  —Oh, no, yo no me depilo, deberia ver los cabellos que salen de mi...

Los ojos de la anciana se agrandaron de tal manera que daba la sensacion de que saldrian de sus cuencas en cualquier momento, y lo hubiese logrado si Riley no me sacaba de aquel lugar, aunque debia de admitir que me habia tomado de sorpresa.

   —Oye, estaba hablando y ya has tenido tu dosis de Savannah por este dia, asi que si me disculpas...—  intente escapar de esa situacion pero su mano apreto con algo de fuerza mi brazo, manteniendome a su lado.

  —Esto es una broma,  ¿cierto? Porque no puede ser que no me recuerdes.

Mis cejas se juntaron en una mueca de ira y golpee su mano para que me soltara, ¿quien se creia que era ese tipo? Solo lo habia visto una vez en mi vida y se estaba comportando de una manera que  no me agradaba en lo absoluto.

  —Mira, Riley, no se como funciona tu manera de atraer a las chicas, pero debes saber que esto no funciona conmigo — respondi de manera sarcastica, clavando mis ojos directamente en los suyos— Y no es algo que quiera, pero supongo que ahora somos hermanos, aunque si tenemos suerte, esto durara menos de lo que canta un gallo.

Podia decir por su mirada que se encontraba un poco dolido, pero esos rapidamente cambiaron hacia una mueca de indiferencia. Por alguna razon, mi respuesta no era lo que el esperaba, pero mi plan era justo lo contrario de complacer a todo el mundo.

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Me aburría muy rápido de aquellos eventos, y eso parecía ser más que evidente para todos los presentes.  

Todos intentaron acercarse con bastante simpatía, -aunque varias amigas de Amber me observaran como si fuera un bicho de circo- y mi opinión respecto a la familia Monroe no hizo más que aferrarse en mi mente: yo no pertenecía a ese hogar.
Apenas terminó la noche, me dirigí agotada hacia la habitación de Riley. ¿O ahora debía decir "mi habitación"? Mi mente daba mil vueltas por segundo a medida que intentaba descifrar qué era lo que ellos se proponían. ¿Cambiarme? ¿Adaptarme? No sería alguien quien no era sólo porque ellos habían decidido adoptarme.

—Savannah, cariño, ¿te encuentras bien? — preguntó Claudia desde el otro lado de la puerta. No pude evitar rodar mis ojos, al parecer nadie sabía lo que era necesitar estar a solas.

—Solo un poco cansada— respondí desde el otro lado de la puerta. No sabía si por educación o simplemente para que dejara de molestarme sabía que debía abrir la puerta, así que eso hice.

Mis ojos se encontraban un poco negros por el maquillaje corrido y si no prestabas mucha atención, parecían ojeras. Se ve que Claudia decidió que la segunda opción era más factible teniendo en cuenta el cambio, por lo que sus manos tomaron mis mejillas inmediatamente y sus ojos recorrieron mi rostro con preocupación.

—¿Hay algo que te aflige? Anoche te fuiste temprano de la fiesta. Riley estuvo preguntando por ti, se ve que no llegaron a entablar una conversación.

El nombre de Riley resonó en mi mente por un momento al ser nombrado por boca ajena. No sabía muy bien por qué, pero tiré esa duda al fondo de mis pensamientos. No era lo más importante en ese momento.

Déjame MentirteWhere stories live. Discover now