✨ christmas special ✨

1.7K 100 83
                                    


A/N: sé que dije que no iba a subir nada, pero esto no es un capítulo de la trama actual en sí y... la verdad es que lleva un tiempo escrito. Je. Lo que quería subir como regalo de reyes, aunque sé que no es gran cosa y no tiene mucho que ver, quería escribir sobre una de las navidades de la vida de Miriam y Ana y regalaros más momentos felices antes de que llegue el drama.

Espero que os guste.

LA FÁBRICA DEL POLO NORTE.

Ana se recogía del frío frente a la chimenea, y de vez en cuando, asomaba la cabeza tan cerca que su padre tenía que agarrarla del jersey y evitar que así se metiese dentro del pequeño espacio donde ardían las llamas.

— Pero es que no lo entiendo.— Replicó ella, gruñendo levemente. — ¿Cómo va a caber papá noel por ahí? — Aunque trató de volver a meter la cabeza, el ver como su padre se sentaba a su lado la hizo desviar su atención hacia él. Sus ojos marrones y curiosos le miraron durante unos segundos. Mamá solía decirle: « eres una listilla. », y desde entonces, Ana se lo había tomado al pie de la letra.

— Pues papá noel cabe porque es mágico. — Respondió sencillamente su padre. Pero Ana, que ya empezaba a dudar de la existencia de la magia y todos esos seres llamados duendecillos que hacían funcionar las cosas, según su hermano, arrugó la nariz.

— ¿y los renos?, porque rudolf se tiene que comer toooda la leche y todas las galletas que le he dejado. — señaló el vaso de leche, junto al plato de galletas, que había en la mesita del salón.— Y sus amiguitos también, papi. Que hacen un viaje muy largo por todas las casas del mundo mundial y no quiero que pasen frío, ¿Sabes?

Entonces Ana se levantó, inquieta, y por duodécima vez colocó el platito y el vasito con cuidado. — ¿crees que debería dejarle algo más a los renos?— Inquirió la menor, alzando la mirada bastante preocupada.

— Bueno... ¿Y si le dejas una zanahoria?— Antonio, que ya se empezaba a ver apurado con tanta comida, trató de que a su hija no se le ocurriese la idea de dejarle a papá noel el cochinillo entero que iban a cenar aquella noche.

Aunque seguro que le sentaba mejor a Santa que a él.

Eran las primeras navidades que Ana pasaba sin su madre. Se había empeñado en que iba a volver, especialmente, aquella noche. Había elegido su vestido más bonito y él, que no sabía de peluquería, se había visto obligado a hacerle una trenza porque quería estar lo más guapa posible para cuando su mamá volviese a entrar por aquella puerta.

Sin embargo, tanto él como Joaquín, que se había recluido en su habitación, sabían que aquello no iba a suceder. Y le había pedido a su hijo mayor el celebrar las navidades igual que siempre: Por Ana. Hacer la tontería de los regalos y hablar de papá noel como si de verdad existiese mientras que comían la misma cena que todos los años. Esta vez había un sitio libre, pero no quería que su pequeña pensase en eso, y mucho menos, que fuesen dos.

Vio a Ana corretear hacia la cocina para coger una zanahoria, y luego volvió, dejándola en el platito junto a las galletas. — ¿Está todo bien, papi?— Preguntó, con los ojitos llenos de ilusión. Antonio sonrió, entre todo lo malo, ella era la única alegría que le quedaba. Y si tenía que irse, quería hacerlo viendo siempre esa carilla. No tristeza, eso nunca.

— Todo perfecto, mi niña. — Dijo, y dejó un pequeño beso sobre su pelo antes de ir a la cocina para ir a ver cómo iba la cena.

— ¿Mamá a qué hora viene?— Escuchar aquello le rompió aún más el corazón; pero no solo por la pregunta en sí, sino también por la esperanza e ilusión con la cual su hija la formulaba. Antonio maldijo una y mil veces a su mujer por irse. Por dejarles. Por hacerles eso.

si fuese fácil.  // Wariam.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora