Veinticinco

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Hoooola, estoy de vuelta, siento muchísimo no haber actualizado antes pero bueno, he estado estancada con la inspiración si soy sincera🙈. Este capítulo se lo dedico a la Villa Maricona, que las adoro😀🤙🏻

CAPÍTULO VEINTICINCO

Siempre había habido una razón para volver a vernos en cualquier rincón; era un pacto tácito frente al cual, ninguna de las dos necesitábamos explicación. Si quería verte solamente tenía que buscarte, y yo, era una perfecta experta en encontrarte.

A veces nos perdíamos, como aquella extraña semana que había pasado tan rápido y a la vez tan despacio en la que apenas habíamos intercambiado un par de mensajes, y si soy sincera, no me creo capaz de realmente definir cómo estaban las cosas entre nosotras. Supongo que comparado con lo que vino después, estábamos bien, pero era raro igualmente. Y no era culpa tuya; supongo que tampoco mía... quizás la circunstancia y esa montaña de hechos que estaba a punto de derrumbarse sobre nosotras.

— Tenía la esperanza de que me estuvieras esperando.

— Chica, qué egocéntrica, ¿No? — Ya me habías visto llegar. Estabas sentada en las escaleras de tu casa, llevabas una camiseta ancha y unos vaqueros cortos. Ni si quiera te habías molestado en ponerte zapatos, simplemente esos calcetines altos del rey león que usabas para estar por casa. He de admitir que me reí internamente ante la imagen: Todo cambiaba cuando te tenía delante.

— ¿Ahora te gusta mirar las estrellas?— Pregunté, sentándome a tu lado.

Te encogiste de hombros.— Es poético, ¿No?— Alzaste una ceja. Acto seguido, me hiciste un hueco y señalaste el escalón para que me sentase.— ¿Cómo estás?

Si te soy sincera no lo sabía. Habían pasado demasiadas cosas y la noticia de mi madre y su excéntrica vida en Reino Unido me habían desestabilizado un poco. Lo que sí había hecho había sido hablarlo con mi tía, Noemí, que finalmente logró pillarme con las barreras bajas, me cogió y me obligó a escucharla. Había tratado de evitarlo, pero todos sabíamos que no podía seguir huyendo de la realidad. Mi tía era realidad, y yo, me había dado de bruces con ella. Le conté lo de mi madre, pero tampoco era algo que no supiese, y al parecer, mi hermano también lo sabía. ¿El problema?, Joaquín nunca ha sido de los que dan segundas oportunidades y no se había ni dispuesto a dirigirle palabra. No le culpaba, pero eso me hacía preguntarme qué demonios era yo: ¿Daba segundas oportunidades o me quedaba estancada?

Es cierto que la palabra perdonar tiene un significado muy importante, tan importante como extenso. Yo podía perdonar a mi madre por irse, por formar otra familia y por volver así cuando menos lo necesitaba, pero no sabía si podía perdonarla y además, dejarla entrar de nuevo.

Era ahí donde entraban las dudas: En lo que era ético y en lo que dejaba de serlo.

Si la dejaba volver, lo hacía porque era mi madre; porque era lo correcto y era a lo que mi tía Noemí me había animado. Si la dejaba volver era porque la idea se me había instalado en la cabeza y era incapaz de dejar de pensar en cómo hubiese sido todo. Irme con ella, ¿Me haría descubrirlo o solamente me hundiría aún más?, ¿Irme con ella era una forma de escapar?, ¿De no estar en un lugar que me recordase a mi padre a todas horas?, pido perdón si, en aquel instante, la oferta comenzaba a sonarme tentadora.

— No lo sé. Si te soy sincera... no tengo ni idea. — Respondí finalmente.

— Hablaste con tu tía, ¿No? — Giraste la cabeza para mirarme, y acto seguido, cogiste una cerveza de lata que habías escondido en el césped.— ¿Quieres?, se la robé a mi hermano. — Sonreíste suspicaz. Te encantaba fastidiar a Efrén, aunque él tampoco se quedaba corto: vivíais dentro de un pique interminable, pero en el fondo, os queríais. Siempre he admirado la relación que tienes, o tenías, con él. A veces, me pregunto, cómo hubiese sido si mi hermano y yo no fuésemos dos trenes de alta velocidad a punto de colisionar.

si fuese fácil.  // Wariam.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora