47.

9 4 1
                                    

Regresamos a casa. Estabas furiosa.


—¡¿Por qué me seguías?! ¿Ahora aparte de no quererme más ya no confías en mí?


«¿Qué?»


—¿No quieres decir lo que piensas? Igual nunca lo haces ¿No es cierto?


—No entiendo... Jana ¿Qué...—Estoy cansada. Cansada de seguir dándote todo mi corazón y tú lo dejes allí tirado sin darle amor —te sentaste en nuestro sillón y me miraste.


—Tú sabes lo que siento por ti, yo...


—No me quieres. No lo haces. He estado todo este tiempo junto a ti porque sabía que cuando yo dormía solías decirme todas esas cosas que no me las decías a la cara, sabía que siempre me mirabas, sé que sabes cada una de mis manías y yo amaba eso. Amaba que me conocieras tanto, que seas tan atento... Pero quería más.


—Puedo hacerlo. Jana, puedo hacerlo —me acerqué y te abracé y mi corazón dolió, esto no me gustaba.


—¿Por cuánto tiempo? ¿Un mes? ¿Una semana? Volverás a ser el mismo de antes porque esa es tu personalidad. Lo siento, esto no...


—¡No lo digas! —te agarré con fuerza— Jana, no me dejes —te besé todo el rostro y cuando te miré supe que ya no había reparo. Todo había sido mi culpa.

Jana   |Historia corta|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora