Prólogo

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Fue una tarde de primavera cuando lo vio ahí, sentado en una banca cerca de una fuente que se encontraba en aquella plaza tan calurosa, oliendo unas bonitas flores coloridas, tan coloridas como él.

Su perfil era precioso, parecía demasiado felino, incluso llegó a crear la hipótesis de que en su vida pasada, aquel chico bonito fue un bello gato.

Su nariz era pequeña, sus mejillas eran un poco abultadas, como un hámster, y ni hablar de su piel, que era blanca, como un muñeco de porcelana, como si a la misma nieve perteneciera aquel hermoso ser, sus labios rosados resaltaban como algodón de azúcar entre aquella perfecta piel, y eran gorditos como si de un rico malvavisco se tratara.

Pero lo que más captó su atención, fueron sus ojos tan únicos. Eran demasiado bonitos, grandes, con forma felina y de un color almendra que le quedaba a la perfección con su alborotado cabello castaño. El brillo que desprendía de ellos, era único, como si el mismo sol los iluminara.

Tuvo la intensa necesidad de hablarle, porque por fin, después de tantos años de búsqueda, Kim JongDae había encontrado a alguien que le brindaba una gran inspiración.

Quería escribir sobre él, quería plasmarlo en papel, en letras de tinta, quería conocerlo. Sin embargo, esa tarde no pudo hablarle debido a que el misterioso joven fue acompañado repentinamente de un hombre alto, rubio y muy guapo. El hombre quien lo hizo reír fácilmente al de porte felino.

Y JongDae le agradecía demasiado que lo hiciera, porque pudo deleitarse viendo la sonrisa de aquel chico con piel de porcelana, viendo cómo al reír se formaba un bonito corazón, mostrando todas las hermosas perlas de su boca, perfectamente alineadas.

Luego, pudo escuchar que llamó al alto chico por, lo que supuso, era su nombre.

—¡Kris, por fin regresaste!

A lo que le contestó el rubio, no le dio importancia. Simplemente se concentró en la melodiosa voz del más bajo.

Era suave, relajante y única en su totalidad.

Pero notó algo raro, el joven de mejillas abultadas no veía directamente a "Kris", su vista siempre estaba perdida al frente...¿Por qué? No le tomó tanta importancia al asunto.

Se retiró lentamente de la banca de al lado donde se encontraba sentado, se sentía decepcionado porque no fue tan valiente como para al menos preguntarle su nombre.

Lo que no sabía, es que otra tarde de primavera, un año más tarde, lo volvería a encontrar por casualidad.

Y es ahí, donde su historia comenzaría.

Aprendiendo que cuando las flores hablan y las letras retratan el tiempo, los corazones logran sanar.

Cuando las flores hablan & Las letras retratan [ChenMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora