Kim JongDae, un joven estudiante de letras, llevaba días buscando inspiración en muchos lugares, quería plasmar más ideas escritas en las finas hojas blancas de papel.
Amaba escribir, le apasionaba el poder capturar las ideas que tenía en su desastrosa mente, le gustaba expresarlas con palabras, le gustaba reflejar su ser a través de sus historias.
Él no era un artista de pinceles, él era un artista de letras.
Y no era un fotógrafo como para detener el tiempo con un aparato, pero consideraba que él también podía plasmarlo en el papel, detenerlo con la tinta entre palabras.
Era una tarde de primavera, regresó decepcionado al no encontrar algo que llamara su atención, o mejor dicho, alguien.
Ya había pasado un año desde que lo vio en aquella banca de la plaza, nunca más lo había vuelto a ver, se preguntaba qué pasó con él, dónde estaría o si estaría bien. Se sentía estúpido por buscar a un total desconocido, pero no podía dejar ir a esa magnífica inspiración tan fácilmente, porque era único, sus rasgos eran inolvidables, al igual que la melodía de su voz suave y apacible. Y en todo ese tiempo, había hecho varios escritos inspirándose de aquel joven, deseaba algún día poder mostrarselos por más vergonzosos que fueran.
El chico desconocido necesitaba saber que las letras más bellas salían gracias a su existencia. Era la historia inconclusa más bella por contar.
Necesitaba con urgencia saber su nombre, necesitaba encontrarlo, necesitaba completar los escritos inconclusos. Cada día, después de clases, iba a caminar por aquella plaza con la esperanza de verlo nuevamente, ni siquiera le quedaba de camino a su hogar, quedaba aún más lejos de donde vivía y, sin embargo, diario fue a buscarlo, sin falta alguna, aunque por desgracia no había tenido éxito alguno.
—Cariño, me alegro de que regresaras, ¿cómo te fue el día de hoy? —Escuchó a su madre decirle desde la cocina. Al parecer estaba haciendo pan, el olor llegaba hasta la entrada de la casa. Y eso le llamó la atención, porque sólo lo preparaba cuando algo importante ocurría.—¿Dae?
—¿Eh? Ah, me fue bien...¿Qué celebrarás el día de hoy?
—Abrieron una nueva florería cerca de la biblioteca, y la buena noticia es que... —Salió de la cocina con una canasta en mano, una nota sobre ella y un lindo moño rojo adornandole. —la dueña fue mi mejor amiga en mis años de juventud, aunque luego le perdí el rastro, por eso quiero darle la bienvenida de la forma más amable posible. Esta mañana hablamos, pero fue una conversación corta, por eso quiero que le lleves el pan.
—Sabes que odio las florerías, odio las flores, ¿no puede ir BaekHyun?
—Tu hermano no está, así que ve y sé amable, además tiene un hijo de tu edad, aunque no tuve la oportunidad de verlo, también quiero que lo saludes de mi parte.
Tomó la canasta a regañadientes y salió de la casa, no sin antes escuchar a su madre decirle una y otra vez que era importante que no perdiera la nota, ya que era una invitación para que fueran a comer a su casa.
Llegó al lugar cerca de unos diez minutos después, no le quedaba tan lejos realmente. Y entró con una mueca de disgusto, el olor a flores lo atacó al instante, odiaba su olor tan apestoso, en serio no entendía el gusto de las personas por ellas.
—¡Bienvenido! —Un chico de cabellos rojos, alto, lo recibió con una voz demasiado energética. —¿Qué tipo de flores son las que buscaba?
—No busco alguna flor, busco a la dueña, mi madre le ha enviado este regalo. —Le mostró la canasta de pan que llevaba consigo. —¿Se encuentra aquí?
—No se encuentra, pero yo soy su ayudante, me dejó a cargo por ahora. —Dijo orgulloso mientras le extendía la mano. —Soy Chanyeol, un gusto.
—Soy JongDae.—Estrechó su mano con la del otro.—¿puedes dárselo de nuestra parte?
El otro asintió, pero antes de que le entregara la canasta, la campanita que informaba cada vez que alguien entraba a la tienda, sonó. Ambos dirigieron su vista a quien había entrado.
Era una mujer que se veía agradable, con una sonrisa que desbordada amabilidad y unos ojos...felinos, como los que alguna vez vio en aquel bonito joven. Quedó atónito.
—¡Por fin llegó! —Yeol la recibió con un abrazo, al cual ella le correspondió igual de cariñosa. —¿y MinSeok? ¿donde está? Quiero verlo, dígame que vendrá.
—Lo hará, su vuelo llega dentro de una hora, así que debemos irnos ya, la enfermera nos estará esperando en el aeropuerto junto a él.
Todo era muy incómodo y confuso para JongDae, porque obviamente no tenía ni idea de qué o de quién hablaban.
¿Una enfermera? ¿Ese tal MinSeok era alguien con mala salud? No sabía, tampoco le interesaba, sólo quería salir de ahí lo más pronto posible porque el aroma a flores lo estaba agobiando.
La mujer posó su vista en el de labios felinos cuando el chico pelirrojo le dijo el porqué se encontraba ahí, se acercó sin dudarlo, dándole la bienvenida con tanta energía como lo hizo el otro ahí presente.
—Mi madre le ha enviado esto. —Le entregó la canasta llena de pan, la mujer de cabellos negros la tomó y leyó la nota que tenía encima. —Esperamos que acepte nuestra invitación a comer.
—¡Por supuesto! Tu madre fue una gran amiga mía, quiero volver a esa amistad y, vaya, sabía que había tenido un hijo pero no tenía conocimiento de que fuera tan apuesto.
Se limitó a dar una risa nerviosa por la situación y asintió. Luego fue cuestionado sobre lo que estudiaba, su nombre y edad, entre otras cosas.
Después de una intensa charla —o mejor dicho, un interrogatorio policial— por fin salió de ahí, otro poco más y se asfixiaria con el aroma del lugar.
Eran personas muy energéticas, muy agradables, pero no pensaba volver nunca más ahí.
¡Gracias por darle una oportunidad a esta nueva historia!
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Cuando las flores hablan & Las letras retratan [ChenMin]
FanfictionKim MinSeok es un joven ciego con evidente amor a las flores. Kim JongDae es un estudiante apasionado a la escritura. Ambos aprenderán que cuando las flores hablan y las letras retratan el tiempo, los corazones logran sanar. Pareja principal: ChenMi...