bloqueo creativo

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Diciembre, 2018.

Eran las cuatro de la mañana y entre las sábanas se entrelazan nuestras piernas, las tuyas duras y peludas cual animal y las mías blancas y suaves.

Me desperté y te miré, grande, mayor, quiero decir. Me recosté sobre el respaldo de la cama de aquel hotel al que me habías llevado de seguro para impresionarme, si supieras que de ti me gustaba todo menos tu posición económica. Te miré dormir, totalmente desnudo y no podía dejar de pensar que mierda estaba haciendo, en qué momento pasaste de ser mi mentor y guía a ser mi acompañante en las noches. No quería pensar en que nuestra relación llegaría más allá de escuchar música y tomar cervezas, pero paso. Supongo que en parte es mi culpa.

Me levanté de la cama y te dejé ahí, tratando de tapar tu cuerpo para no ver la escena del crimen, en realidad era algo inevitable. Di unas ocho vueltas a la habitación y dentro de mi solo había miedo y confusión.

Ese día comenzamos tomando un café, yo te había llamado porque estaba con algo llamado bloqueo creativo y necesitaba inspiración. El café amargo y simple de las cafeterías de Providencia sabía a gloria cada vez que tenía el honor de escucharte hablar de tus autores favoritos y es que jamás en mis casi veinte años de vida había podido querer a alguien por sus gustos, tenía tanto que decir acerca de tantos autores, tenía tanto que opinar, lo que pasaba era que no tenía con quien. Cada vez que me relacionaba con un hombre este no tenía idea de quién era Trotski, ni siquiera de quién era Cervantes. La verdad es que necesitaba llenar mi corazón y mi mente con algo más profundo que superhéroes y juegos de video.

Luego del café caminamos, me tomabas de las manos como si lo que teníamos pintará para algo serio, pero tú y yo sabemos que jamás será así, hay un bloque entre tu y yo, tan grande que jamás será disuelto. Ese bloque lo he puesto yo desde el momento en que entendí que el amor no existía, pero esa es otra historia.

Aún no me explico por qué, pero del café pasamos a los besos, de las caminatas pasamos a los roces y de la simpleza pasamos a complicarnos por completo. Llegamos al hotel, era bellísimo, mejor que cualquier lugar al que cualquier persona me había llevado para follar pero algo no me dejaba tranquila y probablemente es parte de mi inseguridad ¿Lo habías planeado? ¿Te gustaba enserio?

No, no te gustaba enserio, tengo dos caminos cuando se trata de pensar en aquella noche. Puede que me hayas querido, que me hayas deseado por mi juventud, por mi inocencia y sobre todo por la manera en la que te hacía sentir vivo, pero ese es el punto y es algo que todos debemos entender, puede que le guste como lo haces sentir, pero al final del día no le gustas tú, como también puede que no le guste como lo haces sentir, pero este loco por ti. Suena en exceso metafórico, pero es la verdad, nosotros mismos nos alejamos de eso que nos llena el cuerpo de llamas, bloqueamos, eliminamos, evitamos ver a la persona e incluso nos mentimos a nosotros mismos, pero porque en el fondo es más fácil engañar al corazón que aceptar que este  se envuelve en llamas por la persona equivocada.

El otro camino, es que solo me hayas querido follar, por nuestro circulo social yo era la más tranquila, la más callada, la más misteriosa, era un enigma saber que estaba debajo de mis vestidos e incluso debajo de mi ropa interior. Había destacado en cada asignatura, había escrito durante todo el año. ¡JODER! Me había esforzado todo el puto año para ser la mejor en lo hacía. Lo único que logré fue excitarte intelectualmente, esa excitación tan inofensiva se volvió apasionada y tus putos deseos ya no pudieron controlarse.

Veo el reloj, seis de la mañana, dos putas horas tocando mis imperfecciones y preguntándome qué mierda estaba haciendo en un cuarto de hotel con quien algún día había odiado. Tanto tiempo de conocerte y jamás te había visto de esa manera, lo cierto es, que sabes despertar cosas en mí que nunca nadie despertó. Cuando estoy contigo por unas horas no tengo inseguridades, no tengo ese estúpido zumbido en el oído diciéndome toda clase de cosas denigrantes. ¿Eso es el amor?

Despiertas y finjo como si no me hubiera percatado, me tomas por la cintura (claro, como si tuviera) y mientras pienso que probablemente estás tan arrepentido como yo de lo que sucedió o simplemente me pedirás que me vaya pues solo fue una noche divertida, me dices:

¿Qué tomamos de desayuno?

Relatos de mi autoestimaWhere stories live. Discover now