Una "pequeña" introducción a mi historia

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¿Qué sientes cuando una persona que amas verdaderamente...se marcha?

Hubo una parte en mi vida en que creí conocer la respuesta; y fue cuando mi madre murió, era un adolescente en plena evolución mental tanto como física, tan solo tenía dieciséis años, y sí...fueron dos años lidiando con el maldito cáncer consumiendo su cerebro, y de alguna manera sé que esa situación fue mucho más difícil para mi padre que para mi, él siempre tenía que fingir conmigo que todo estaba bien, que saldríamos de esa horrible situación y que mi madre volvería del trabajo como todas las noches a cenar con nosotros, hablarnos de las extrañas cosas que ocurrían en su trabajo y las grandes personas que conocía, ver una maratón de Sandra Bullock cada fin de semana—su actriz favorita—. Él siempre creyó que tenía que estar bien para que yo lo estuviera.

La gran mentira piadosa.

Porque mi padre nunca supo que para pasar el mayor tiempo posible con mi madre en el hospital siempre renunciaba a los planes con mi amigos, clases, fiestas,  reuniones o ya sea...citas que se me presentaban—esa fue la razón principal por la que perdí a mis amigos—, cuando llegaba a la escuela lo único que hacía era sumergirme en mi música para encontrar alguna canción que mamá no conociera y enseñársela para explicarle de que hablaba—ella amaba la música tanto como yo—buscar pequeños relatos que tuvieran significados profundos, leerle historias de la cultura griega mientras comíamos Doritos. Ya no interactuaba con las personas de mi alrededor...mi único propósito era crear recuerdos con mamá, porque sabía que no podría volver a hacerlo.

Cuando ella se fue...me quedé sin nada.

Cada canción que oía me traía a la mente aquel día en que le había explicado su significado y sí...dolía, nunca había sentido ese tipo de dolor, ese tipo de sensación. Era como estar recostado junto a alguien por días, sientes ese calor, esa presencia junto a ti que llena el espacio vacío, te acostumbras...hasta que simplemente sin previo aviso esta se va, y sientes frío, te sientes solo, el vacío cada vez se hace más grande y quiere formar un agujero negro que empieza a consumirte...no hay nada más. Nada. Nunca más.

Yo había perdido a mi madre, pero papá había perdido al amor de su vida.

Recuerdo aquel día en que ella se fue...estábamos en casa desayunando antes de empezar la rutina diaria, papá encendió la televisión antes de ponerse a cocinar y el primer programa que sintonizó fue un caricatura para adultos que en ese tiempo estaba muy de moda.

Mi madre está muerta y todo es peor ahora... —dijo aquel personaje, pero papá no escuchaba, él estaba muy atento asando su omelette.

—Ayer tu director llamó... —ahí iba la primera mala noticia, sabía porqué había llamado—, me dijo que has estado faltando consecutivamente a clases, ¿Qué no me estás diciendo, Santiago?

Y entonces lo oí, escuché el metálico sonido de aquel teléfono tan antiguo que teníamos en casa. Miré en dirección a la sala de estar y papá me dió una mirada de “de esta no te salvas, hablaremos luego”. Suspiré de alivio y me paré para seguirlo para saber quién llamaba, lo que por algunos segundos consideré mi salvación automáticamente se convirtió en la tristeza que llevaría conmigo por siempre al ver la expresión de papá mirándome fijamente, transmitiéndome aquella noticia con sus ojos llenándose de lágrimas pero absteniéndose para que no recorran su rostro. Sólo pregunté:

—¿Se fue?

El silencio tortuoso fue la respuesta, nunca había llegado a pensar que el silencio llegaría a ser tan ensordecedor.

Lo vi colgar y sentarse en el sillón sin decir nada, este era el derrumbe...la sonrisa genuina de papá se iba quebrando cada día más al saber el estado de mamá, y yo había presenciado en primera fila el último acto. Papá con el rostro serio y vacío, con el dolor rodeando la habitación, acechándonos a ambos...no sé cómo conseguí la fuerza de acercarme a él, pero en cuánto lo hice nos abrazamos, él comenzó a sollozar y decir muchas veces “Ya no está” en mi hombro, ambos llorando por una mujer que había dejado su huella tan profundo en nosotros que ahora que se había ido, dolía peor que la mierda.

En ese entonces sí creí saber lo que era perder a alguien, ya no estaba más, no más...

Pero entonces la conocí. Y supe que esa historia que acabo de contarles no era la respuesta correcta a la pregunta.

En absoluto.

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⏰ Última actualización: Apr 11, 2019 ⏰

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