Soy la Puta Ama

Carta para Bennett

Misterio, intriga, venganza, odio, tristeza, dolor, depresión, plan macabro entre muchos más, son los que me presiguen, y son los que están conmigo detro de mí.

Querido amigo, no se que va a pasar, no sé si lo que tengo planeado vaya a funcionar, mucho menos se si tú volverás a mi lado y seremos los mismos de antes. Escribo está carta porque se que al final de todo esto algo terminará mal, y se que tú te enojaras conmigo y no querrás hablarme y entonces yo moriré de sufrimiento.

Siempre has sido un hermano para mí, un apoyo incondicional, tú eras el único con el que lograba sentirme tranquila, no me juzgabas, y no te parecía estúpido o fastidioso verme tantas veces llorar. Solo me abrazabas y me decías “todo estará bien” 

Pero en estos momentos, con todo el dolor que tengo de mis padres... Nace otro nuevo dónde me veo sin tí

Me preguntó ¿Por qué? Y se cuál es la respuesta, sé quiénes te tienen lejos de mí pero no entiendo con que te amenazan. Tú siendo un chico tranquilo y que siempre quiere resolver las cosas de la manera más pacíficamente, que muchas veces entraba en conflicto por ello. Simplemente no lo entiendo.

Quizás está es la manera de demostrarme que tan sola estaba, o que tanto dependía de la gente para ser feliz y para estar bien.

Bennett, mi hermano del alma. Sea como sea quiero que sepas que, siempre cuidare de ti, siempre serás mi mejor amigo y hermano del alma y aunque por razones muy obvias para tí mientras que para mí son ocultas, estaré agradecida.

En estos momentos me toca enfrentar todo esto sola, pero en el futuro espero que podamos reencontrarnos y ser por lo menos esos buenos amigos que fuimos en el pasado.

Con cariño, Tya.

Ese día mientras escribía esa carta, secaba las lágrimas que salían de mis ojos, parte de mi ser sabía que estaba haciendo mal, que al final me arrepentiría pero no podía echarme para atrás y menos cuando Edmond y su misterio está detrás de mí.

Voy a cuidarme y cuidar de tí, pase lo que pase siempre contarás conmigo.

Guarde está carta en una caja de metal, dónde antes habían galletas de sabor vainilla. La cerré y la dejé metida entre un montón de ropa que había en mi closet.

Me quedé dormida, y no por sueño sino, porque ese día había llorado tanto, que mis ojos no soportaron más el dolor y se cerraron.