Mi nombre es Scarlett Shafiq. Por mi apellido pensaréis que vivo como una reina pero la verdad es que no es así. Antes vivía con mi familia en la mansión Shafiq hasta que un día, a mis 24 años, descubrí un poder dentro de mí que hizo que unos hombre...
¿Qué os iba a contar? Aquel había sido el peor año de toda mi vida. Rodeada de personas del ministerio todo el tiempo que querían vigilar lo que hacía en todo momento. Nunca había estado tan sola en toda mi vida. Pero hoy todo iba a cambiar, a Gellert le trasladaban por medio de Thestrals a un juicio. Lo único que tenía que hacer era entrar en aquel carruaje cuando estuviese volando y encontrarme de nuevo con Gellert.
Todo esto lo sabía gracias a él, aunque había usado a Abernathy para contármelo, uno de sus más fieles seguidores, infiltrado en el ministerio. Grindelwald le había dicho que me transformase en algo rápido y pequeño. Un fénix podría ser una buena idea.
Era por la tarde cuando salí de la casa. Decidí ir a pie hasta la prisión mágica de Nueva York. Fue un largo recorrido pero cuando ya estaba anocheciendo llegué por fin. Recibí muchas miradas cuando caminaba por aquellas anchas calles así que fui hacia un sitio más discreto. Calles más oscuras y estrechas abundaban por ese lugar. Abernathy me había dicho que cuando el carruaje de Gellert saliese se intercambiarían cuerpos y que Gellert (con la forma física de Abernathy) me enviaría chispas de color azul para que fuese con él.
Dos horas pasaron hasta que un coche dirigido por Thestrals salió desde uno de los puntos más altos del edificio. Ese fue el momento en el que vi varios puntitos azules subir hasta en cielo. Me transformé y emprendí el vuelo hacia el carruaje que apenas se veía debido a la lluvia.
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Pasé al lado del carruaje y pude ver que dentro estaba Abernathy y Gellert apuntando a dos con las varitas. Y de repente dos guardias estaban persiguiéndoles en escoba. Era mi momento de intervenir. Me fui hacia uno de ellos y sin coste ninguno le tiré de la escoba, pero el otro me lanzo un Cruciatus, al no estar en mi forma humana no me dolía tanto pero aun así era horroroso. Después de medio minuto los efectos ya se habían ido, volví hacia él y con un solo roce le quemé lo suficiente para que se soltara de la escoba y cayese.
Fui hacia la puerta del coche y me transformé en mi forma humana pero antes de que pudiese abrirla esta se abrió y dejó caer a un hombre, lo que hizo que me echase hacia atrás lo más posible para no caer. Unos segundos más tarde el segundo hombre caía también dejando solo a Abernathy y a Gellert en el carruaje.
Sin pensármelo dos veces entré y allí le vi. A aquel hombre que tanto había echado de menos. Estaba cambiado, no dudaba de eso, pero me daba igual.
P.O.V. Gellert Grindelwald
Una tercera persona entró. Y vi a la única persona que me importaba, Scarlett Shafiq. Ella en cuanto me vio se lanzó a mí y me besó, yo obviamente le correspondí.
- Te he echado de menos- le dije-
- Y yo a ti- me dijo ella-
Nos volvimos a besar pero un gruñido por parte de Abernathy hizo que nos separásemos.
- Ya tendréis tiempo para eso después- dijo él, nervioso- pero nadie está conduciendo el carruaje.
- Descansa Scarlett- le dije antes de salir-
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Había pasado una media hora cuando volví a entrar.
- Abernathy conduce tú- le dije y me senté al lado de Scarlett.
- ¿Cómo has estado este tiempo?- le pregunté.
- Muy sola, me sentía apartada de todo el mundo- me contó ella- cada vez que iba a cualquier lugar me miraban como si fuese un criminal, no querían hablar conmigo y a veces... a veces cuando iba andando por las calles veía como... la gente se apartaba de mi lado, pensando que les mataría o algo parecido.
- Todo va a cambiar- dije besándola y después ella puso su cabeza en mi hombro- ahora estás conmigo.