Hola, querido ser vivo.

165 7 10
                                    

Las gasolineras, como todos sabemos, son los típicos lugares en donde abandonar a seres vivos sin importarles la vida que están dejando a la deriva. Desde siempre,las familias han comprado por capricho a sus hijos cachorros por Navidad o cumpleaños, sin tener en cuenta la gran responsabilidad que conlleva cuidar a un perro. Al principio, cuando son pequeños y nos hacen gracia con su patoso caminar y su pequeño hocico, no hay problema. Pero cuando se hacen mayores, la gente empieza a tratarlos de manera distinta. Un pequeño descuido jugando, un pequeño movimiento confuso, puede tornar la situación y confundir al animal con un peligro. Los niños son inocentes, no suelen ser malos, pero de fácil llorar. Esto hace alertar a los padres y hacen que empiezen a considerar al animal como una amenaza a la que constantemente deben vigilar. Muchos, se cansan de hacerse cargo de ellos, y tienen la decencia de dárselo (odio este término referido a vidas, pero no encuentro otro mejor) a otras personas que si cuidarán de ellos, o de dejarlos al escaso cuidado de una perrera. Otros, deciden jugar a ser Dios con sus vidas y deciden abandonarlos en cualquier lugar cochambroso. ¿Con que fin hacen eso? Es muy probable que acaben moribundos o muertos. Es un ser vivo como otro cualquiera, su vida se debe valorar como otra cualquiera. Y dato curioso, tú, querido lector, también eres un animal, y no querrías que te abandonasen menospreciando tu vida. Muchas familias aprovechan viajes, en los que como en cualquier parada para repostar, se aprovecha esto como excusa y se despojan de esa "molestia". Los más rastreros, se dirigen directamente a gasolineras o callejuelas poco transitadas con el objetivo claro de abandonarlos. Lo peor son los abandonados en carreteras, en los que sellan su destino con la mayor posibilidad de acabar atropellados.

Encontré a Thor con tan solo dos años, lo que equivaldría a unos 14 años humanos. Era un precioso pastor belga, negro como el azabache y enérgico como ninguno. Yo iba por la carretera, intentando librarme de mis pensamientos. No llevaba ningún destino en mente, no lo tenía. Pero cuando necesito despejar mi cabeza absorta de pensamientos, decido irme a la carretera y conducir hasta la noche, cuando salgo del coche y me siento en el capó a observar el cielo nocturno.

Ya era por la noche, y la carretera estaba poco transitada, por lo que iba más atenta de mi al rededor. Con los deslumbrantes focos de mi coche, conseguí ver a tiempo a aquel majestuoso perro que merodeaba por la carretera desorientado. Paré de inmediato, y durante unos instantes me quedé inmóvil mirando a Thor. Estaba inalterado, no había movido ni un solo mechón de pelo. Siempre he admirado su paciencia y su tranquilidad. Salí del coche, inquieto por si venía algún otro vehículo. Al principio, fui prudente, acercandome poco a poco para no parecerle una amenaza. Nunca he temido a los animales, pero soy cuidadosa en este aspecto debido a una mordedura que sufrí de pequeña por parte de un pitbull.

Me agaché a su lado, introduciendome

en sus pupilas contraídas por la brillante luz de los focos. Era una noche fría. Jadeaba comúnmente exhalando vapor, y dí el paso de acariciarle el lomo. Sabía que no había nadie buscándole. No creo en el destino, esto no es una comedia romántica, sólo creo que Thor debía encontrar a alguien quién le hiciese la compañía y el calor que necesitaba. Yo era ese alguien. Quizás yo era el que necesitaba a alguien que me diese ese calor y compañía. Ya no llevaba collar. Sus dueños ni se arriesgarían a que alguien lo llevase de vuelta a la dirección bordada en su collar. Supongo que tendría un nombre, todo el mundo tiene un nombre, pero yo no lo sabía. En cuanto le ví, percibí el gran coraje y fuerza que desprendía ese canino, y era de tal belleza y majestuosidad que imponía respeto. Supuse que el nombre de un Dios se le ajustaría a medida. Agarré su cabeza con las dos manos y apoyé mi frente en su hocico, dándome un lametón sincero y humilde.

Me senté en el coche, y antes de que mirase al frente, pasó por encima de mí situándose en el asiento del copiloto. Le sonreí.

-Hola, pequeño ser vivo.-ladró energeticamente- Serás un gran Dios del trueno.

Thor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora