Él y yo.

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  He pasado toda mi vida en la misma casa, en la misma playa, en el mismo pueblo, en el mismo país. He viajado, claro, pero nunca me he decidido a separarme de mis raíces.

  Siempre he estado en la misma casa de mi infancia, son demasiados recuerdos, tanto buenos como malos, de los que no puedo despojarme por mucho que lo intente. Desde pequeño he vivido en Watchet, un pequeño pueblo en la costa de Somerset, en Inglaterra. 

  Thor no presentó molestia ninguna,  daba por supuesto que se acostumbraría fácilmente a ella. Llevo casi un año con él, llenando de recuerdos lo poco que me quedaba de vida. Hace muchos meses, fui al médico por razones no de mucho peso, pero suficientes. Sentía grandes dolores de cabeza, fuertes jaquecas y la más mínima luz fuerte me taladraba el cerebro. Cuando el doctor vino con los resultados, observé en las cuencas de sus ojos lo duro que era para él comumicarme que un cáncer maligno del tamaño de un limón estaba consumiendo poco a poco mis sesos. Y adivinar qué, era un tumor inoperable. ¿Os soy sincero? Acepté las noticias del doctor como si me estuviese regañando por tener la tensión alta. Quiero decir, me dió igual. Como ya dije, todo el mundo muere, no hace falta alguna razón en especial, y yo no consideraba a mi querido tumor algo especial. Era una putada, no algo especial. Pero como decía, no me importaba morir ni me asustaba. Lo único que no quería en aquel momento era oír todos los discursos de mi médico tratando de explicarme las vías para reducir el tumor, las incesantes sesiones de quimioterapia... Todo para que finalmente "sobreviva" unos meses más y en la más completa demencia, demacrado y consumido por los medicamentos y mis propias células puestas en mi contra. Al principio,  por supuesto que probé aquello de la quimio, pero lo dejé. Sobre todo porque no soportaba ese ambiente, el estar en una sala llena de gente luchando por sus vidas, y observando meticulosamente sus gestos y rostros de sufrimiento. Lo que más me asustaba era que la gente me viese como yo les veía a ellos.

Mi familia no lo sabe, bueno, mis hermanos y sobrinos. No tengo ni mujer ni novia ni amante, nada. Tampoco lo necesito. Mis padres murieron y... no me importan tanto mis amigos como para decirles que me muero día a día. Sé que no es justo para mi familia que un día muera y ellos no sepan la razón de por qué durante ese tiempo lo poco que me veian estaba tan demacrado. No es justo pero... era mi único deseo, morir en paz y solo.

  Miento, mi mayor deseo era que Thor cayese en buenas manos, no dudo de ninguno de mis hermanos, pero durante esos meses era lo único que me preocupaba. He tenido muchos perros, pero ninguno jamás como Thor. Durante este tiempo no ha separado su hocico de mí, apoyandome en los picos más intensos de dolor y depresión. Antes, cuando aún podía andar y correr sin caerme al suelo, solía montar en la vieja yegua de mi padre. Teníamos una cuadra y cuando el murió la dejó al cargo de los cuatro hermanos. Como yo era el único que se quería quedar en la casa, ahora soy el dueño de ella. La ensillaba al amanecer y dábamos largos paseos por la orilla, mientras Thor nos acompañaba y chapoteaba despreocupado.

La primera vez que me desmayé, se quedó a mi lado e incluso fue a buscar ayuda, que frustradamente no llegó, ¿quién haría caso a un perro frenético? Yo, pero estaba insconsciente. Pero cuando desperté su presencia era la única ayuda que quería. No quería que me viese así, es decir, lo acogí con la intención de darle la mejor vida que pudiese tener, y en vez de eso ha tenido que aguantar mi muerte lenta y dolorosa. Pero nunca perdí el ánimo. Justo cuando estaba en la cumbre de la desesperación, le miraba y veía su gracioso jadear e incluso creía ver una sonrisa en su rostro canino. Él era mi única ayuda. Como ya dije... yo era quién necesitaba esa ayuda y ese calor.

  Fallecí una tarde fría de invierno, el 27 de noviembre, justo el día que recogí a Thor inalterado de su lugar de abandono. Morí a una temprana edad, a los escasos treinta años. Pero os puedo asegurar que para mí, fue la mejor manera de llevarlo, con calma y serenidad, ambos la desprendíamos. Por supuesto, no quería una ida rodeada de mis seres queridos, solo al lado de el único ser con quién he llegado a conectar como lo que somos cada uno.

  No recuerdo mi funeral, ni la gente que fue ni a que hora fue. Tampoco recuerdo cuando me desvanecí, lo que hizo Thor para llamar la atención de alguien y que se percatasen de mi muerte. Estoy seguro de que hizo algo para ello. Empiezo a recordar de nuevo después del funeral. Thor estaba presente, desde luego, y cuando mi hermano hizo amago de llevárselo a casa para poder continuar con su vida, este retrocedió hacia atrás. Nada agresivamente, ninguno de los dos lo haría. Mi hermano comprendió que él quería estar conmigo, y nos dejó solos.

  Thor se ha pasado casi un mes sentado frente a mi tumba, sin hacer absolutamente nada más. Solo jadeaba de manera graciosa, como a mí me gustaba. No fue a por comida, ni se resguardaba del frío ni de las lluvias, hasta que una noche de gran ventisca, Thor murió aplastado por una rama del árbol bajo el que descansaba mi lápida y mi cuerpo.

  Ahora, es cuando le puedo dar la mejor vida que nunca ha tenido en tierra. No estamos en el cielo... simplemente... estamos juntos, y eso es lo único que nos importa, no se cuestiona.

Lo que sientes hacia alguien, nunca se cuestiona, sea perro o humano.

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⏰ Última actualización: Aug 30, 2014 ⏰

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