Oí el sonido del timbre amortiguado por lo almohada. Espere a que alguien abriera la puerta, no tenía demasiadas ganas de levantarme de mi cama. Estaba agotada, además echaba de menos mi cama, mi almohada, toda mi casa en general y algo más. Un extraño sentimiento se instauró en mi pecho, sabía que era y porque aparecía, pero no quise dejarme llevar por él, ya había dejado de mandar en mí.
El timbre volvió a sonar sacándome de mis pensamientos, una vez, dos veces, tres.
Ding dong Ding dong Ding Dong
-¿Alguien puede abrir la maldita puerta de una vez?-grite. No hubo respuesta.
Agg
Hundí mi cabeza en la almohada intentando hacer como si el ruido no existiera, pero fue imposible. Ahí estaba otra vez. El timbre vibrando en mis oídos. No lo aguante más y salí de mi habitación.
-Que nadie se mueva, ya voy yo-volví a gritar a la casa pero otra vez no obtuve respuesta.
Abrí la puerta pensando encontrarme con algún hombre del gas o con algún vendedor de aspiradoras con el que tenía pensado pagar toda mi ira, pero desde luego no imagine que me encontraría con lo que me encontré.
Un grito me dejo sorda y al segundo fui abordada por unos finísimos brazos que me estrujaron hasta casi dejarme sin respiración.
-Mi hermana me lo había dicho pero no podía creérmelo-dijo la propietaria de los brazos-Mi mejor amiga ha vuelto al fin.
-¿Melisa?-dije como pude. Ella me soltó de inmediato, pero siguió agarrándome las manos.
-Ay tía estas genial. ¿Vuelves a estar pelirroja? Me encanta-no me daba tiempo a contestar se la veía tan emocionada y por lo que estaba viendo seguía siendo igual de loca.-Madre mía y que cuerpazo, me encanta ese look bohemio que llevas-me miré de arriba abajo. Llevaba puestos unos vaqueros de estilo boyfriend algo desgastados y una camiseta básica blanca de manga corta e iba descalza, yo no sabía dónde había visto el estilo bohemio, pero no pude evitar reírme-
-Sigues igual de loca Mel-dije abrazándola.
Melisa, bueno Mel como yo solía llamarla, era mi mejor amiga desde que éramos unos mocos. A parte de amigas éramos vecinas, nos conocimos precisamente por eso, ella celebraba su tercer cumpleaños y su madre decidió que invitar a todos los niños del edificio era una buena idea, aunque luego he de decir que se arrepintió bastante.
Mel toda sonrisas, con su pelo rizado y espeso, ese flequillo castaño cubriéndole sus ojazos marrones verdosos. Ella única en su especie. De risa contagiosa y toda impulsividad. La había echado de menos, como a todos y a todo. Con tan solo doce años había dejado atrás toda una vida y no había querido regresar hasta hoy y por una simple oportunidad. Llamadlo destino o coincidencia, quien sabe.
Pero ahí estábamos nosotras en pleno descansillo gritando como locas que tal le iba la vida a la otra.
-Esta noche te vienes conmigo y con mis amigas de fiesta-me dijo con una sonrisa de oreja a oreja-Y no acepto un no por respuesta-añadió viendo mi cara.
-Estaba bien, pero hace mucho que no salgo de fiesta.
-Eso no cuela, que nos conocemos Isi, amas la fiesta igual que amas el arte-yo no pude aguantarlo y estallé en carcajadas-No te rías cabrona que es verdad. Lo sé por tus correos. Allí en la dulce Italia no perdonabas una buena fiesta-me acerqué a ella y la di un besito en la mejilla.
-Está bien me has convencido del todo, saldré con vosotras de fiesta esta noche.
-Perfecto, quedamos en mi casa a las once y media-me dijo dirigiéndose al ascensor-A y perdonad por el espectáculo de esta mañana con mi hermana.
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Sin nombre. Simplemente una historia sin más.
RomanceIsabel. Una chica como otra cualquiera. Con una capacidad especial de captar y apreciar el arte. Se perdió así misma hace mucho tiempo. Ahora, de vuelta a Madrid, de vuelta a su antigua vida. Dispuesta a reencontrarse con los recuerdos, a conoce...