Amistad

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La mañana reluce como siempre, el príncipe se levanta para asearse y no le sorprende no encontrar al chico con piel oliva y ojos oscuros. Todas las mañanas son así, él desaparece y el príncipe sigue con su rutina. En cambio, en la urbanización donde vive la rubia, ella  se levanta con mucho ánimo, todos estos meses al lado del pelinegro le hacen sentir demasiado bien. Trabaja con más entusiasmo y anhela el almuerzo para pasarlo con él. Nunca creyó que volvería a convertirse en la protagonista de esa historia. Siente que vuela, siente tanto que sabe que puede vivir en el cielo sin ser juzgada por la vida promiscua que tuvo, pero a veces la realidad te choca en medio de la cara, literalmente.

Dos cuerpos caen al suelo, la rubia ha chocado contra alguien por estar pensando en el príncipe. Trata de disculparse, pero el otro cuerpo, que la juzga con la mirada, evita que hable.

— Mira por donde caminas, ricitos— se levanta el sujeto con jeans desgastado y camiseta con el estampado, de los beatles, en el centro de ella.

— ¿Cómo que ricitos?— lo enfrenta la rubia con mucha molestia.

El hombre, con cabello rizado, la ignora y sigue su camino. La rubia se siente ofendida y desea golpearlo, pero la llamada de su empresa logra que no lo siga. Solo lo ignora y sigue con su camino.

En la residencial para estudiantes nuestro pelinegro está concentrado en el último libro que estudio para los análisis críticos de un paciente. Han pasado seis meses y el pelinegro ha sido más centrado en sus decisiones y acciones, ha madurado en todo su comportamiento, y no flota tanto, ahora tiene nociones claras, está decidido a seguir con todo lo que ha aprendido. Su sueño es ayudar a las personas, lo anhela con todo su ser, y ahora se siente feliz por el hecho de que tiene más conocimientos.

El celular lo desconcentra, alterado porque sea una llamada de su superior, saca el aparato y se relaja al ver que lo llama su novia. Antes de contestar su compañero de cuarto le quita el aparato. 

— ¿Qué haces?— el pelinegro se levanta y estira la mano— . Dámelo, Eros.

El hombre sin fe al amor solo se burla del rostro de su compañero. Eros es más huraño, no desea tener mucho contacto con las personas, a menos que le convenga, pero con Ismael es diferente. De alguna extraña forma le gusta sacarlo de quicio, le parece cómico y eso es algo nuevo para él.

— Pequeña... — se burla del apodo que le dio el pelinegro a su novia. Los colores rojos las mejillas de él se desbordan, no le agrada nada que se burle de los sentimientos que él pone a su novia— , pero que lindos... ¿Piensas casarte con ella? — la risa del piel de oliva se prolonga por la habitación. 

El pelinegro, harto de todo esas burlas, decide perseguir al rizado, quien no duda en salir corriendo por los pasillos, luego por el campo, el mismo campo donde una vez la rubia lo persiguió. El pelinegro no tiene oportunidad, el rizado es muy atlético, hace algunas semanas, cuando se quedó levantado para estudiar, observó que el rizado sale a correr y ejercitarse todas las mañanas. 

Cansado, molesto y a punto del colapso el pelinegro hace una última cosa, toma una piedra y apunta a sus piernas, pero antes de lograr su cometido sus pies le juegan una mala jugada. El rizado, extasiado por la situación, escucha un grito, se detiene y observa como el pelinegro rueda colina abajo, luego termina en la piscina olímpica. El rizado solo se ríe mientras baja la colina. Le agrada mucho este chico, es demasiado torpe e ingenuo, tal vez eso es lo que más resalta, ya que siempre ha sido honesto. En medio del caos aparece la imagen de auxilio del pelinegro, que es confundido como un saludo para el rizado, pero este acto le preocupa cuando su cuerpo comienza a hundirse.

— No jodas...— el rizado  se apura para bajar corriendo y da un clavado para llegar al chico. Lo sostiene en el fondo del agua para sacarlo. Lo lleva hasta la orilla, lo sube y golpea sus mejillas, pero no reacciona— , vamos príncipe—le aplica los primeras auxilios, pero el pelinegro sigue inconsciente. La última opción, respiración boca a boca, para llevar aire a sus pulmones. Aplica unos presiones más en su pecho y él pelinegro reacciona botando el agua de su interior. 

Príncipe por siempre . Dulogía Sugar And Love. Libro 2 (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora