{Capitulo 4}

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Frustrado y con la reciente noticia de la fiesta de Halloween de mi antigua Academia, tome mi nueva Ducati, la moto que siempre quise y que pienso que mi padre me compro por compasión a los últimos sucesos por los que horriblemente he pasado. Y me dirigí a la escuela, conduciendo a travez del puente Brooklyn hasta llegar a la transitada New York.

Sé que no levantaría sospechas por mi aspecto ya que la mayoría de los chicos irían disfrazados de algún monstruo o alguna cosa que les pareciera terrorífica solo para encajar en la sociedad. De la que claramente yo fui parte algún día. 

En medio de los carriles, rebasando a un sinfín de autos llegue al instituto.

Al pasar por el callejón que conducía a la escuela reduje la velocidad, y apague el motor de la Ducati para estacionarla cerca de la puerta del edificio. 

Mi plan: buscar a Kendra y que me quite esta maldición, lo que sea que me haya puesto. 

Suspire, me quite el casco, y coloque el gorro de mi chamarra, baje de la moto y me adentre entre la multitud de la fiesta para encontrar a la bruja vudú.

Camine entre las personas que había ahí, hasta que la vi bailando. Me acerque a ella y justo cuando me quito el gorro una chica se me queda viendo, sonríe y me giña un ojo.

—Cool—dice y se aleja.

Yo me concentro en llegar a Kendra. 

— ¿Kendra?

Ella volteo a verme, sonrió, pero se fue alejando de mi. 

—Kendra— volví a llamarla. Camine hasta donde se encontraba, ella giro a verme —Te lo suplico. Por favor ponle fin a esto. Por favor. 

Ella caminaba haciendo un tipo de baile y se alejaba de mí. —No puedo hacer eso. 

Me acerque aun mas a ella, empujando a los chicos que se atravesaban en mi camino. — Pero lo entiendo. Sé que es ser feo. Me hiciste entender. Cinco meses fue suficiente, aprendí mi lección. 

—No has aprendido nada—ella giro bruscamente a mí. Diciendo molestas sus palabras. —Encuentra a alguien que pueda ver mejor que tu. 

Se alejo bailando, y agitando una barita como de mago barato que saca un conejo de su sombrero. —Siete meses más para encontrar alguien que diga “te amo” 

Y me dejo ahí, parado hablándole a la nada. —No te vayas. 

Bufe y salí de la pista de baile a una zona más calmada de la fiesta. 

Y lo que vi, no lo podía creer. Trey y Sloan, besándose. ¡Se estaban besando! ¿No se supone que eran mi novia y mi mejor amigo?

— ¿Sloan? —pregunte incrédulo. Y lo suficientemente alto para que ellos se alejaran y comenzaran a buscar de donde provenía la voz. 

Me coloque la capucha y me intente esconder para que ellos no me puedan ver. 

—Me pareció oír a Justin—dijo Trey

Sloan asintió. —Qué raro—suspiro —Apesto por no responderle los correos. Pero sinceramente el que él ya no este es un alivio. Siempre sentí que tenía que ser mala, muy mala. Para que estuviera entretenido. 

—Me da lástima. 

Idiotas. Enojado, estaba enojado. Por ello patee un tronco que había ahí de decoración.

— ¡Hey! —dijo _______ apareciendo detrás de mí. 

—Lo siento—me disculpo y le doy la espalda.

Esta vestida de hippie, o algo por el estilo. Lleva una diadema de tela alrededor de su cabeza, pasando por su frente y terminando en un ostentoso moño por la parte trasera de su cabeza, esta usando también unos lentes tipo John Lenon, redondos y con el vidrio como espejo. Ella puede ver mis ojos pero yo no los de ella

—Lamento espiarte. — Ríe— Espiarte. 

Y por el ruido que hace sé que se está quitando sus lentes. Noto que mira hacia la dirección en la que se encuentran Sloan y Trey. —Increíble. 

Veo hacia ahí también y noto que se están besando nuevamente, y como lentamente Trey baja hacia el cuello y el pecho de Sloan. 

—Se siente como la caída del Imperio Romano justo frente a tus ojos, ¿cierto? —menciona _______ con voz pacifica.

— ¿Ella no tenia novio?

—Sí, es lo que digo—encontré entusiasmo en su palabras y como me veía y me señalaba con la mano que sostenía sus lentes mientras hablaba. — ¿Qué paso con el romanticismo? Cartas inmensas llenas de amor, escritas a mano—

Suspiro —Por cierto, no tienes que seguirme escuchando—comenzó a caminar —La cosa es, que si hablo de ello, es como si me quitara un peso de encima. Pero personalmente, respeto que le llame a las cosas justo como las ve. 

Sentí su mirada en mí —Incluso si son algo malo. ¿Pero sabes que fue en realidad?

— ¿Qué? —pregunte 

—Un trago de esperanza, un rayo de vida.

Sonreí y gire a verla, pero ella ya no estaba. Solo atine a sonreír mas, baje mi vista al suelo y me encontré con sus lentes. Me agache por ellos y vi hacia donde se pudo haber dirigido ella, pero ya no la vi. Los guarde en el bolsillo de mi chaqueta y volví a Long Island. 

BeastlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora