Perdóneme Señor, Porque He Pecado.

280 61 53
                                    

Perdóneme por incumplir mi palabra, y abrir mi corazón en un mundo de tinieblas, el cual, me ha guiado entre cantos de sirena hacia el acantilado más vacío, del cual, daré mi última exacción de camino al abismo. 

Perdona mi Avaricia, al pensar que podría robar un simple corazón; pero para mí nunca será simple, aquel corazón que llamó mi atención, que se adueñó de mis pensamientos para ser mi única ilusión, y que por cada latido de ese corazón al que yo amo,  generaré otro en respuesta, un latido más alto, más fuerte; puro sentimiento sin control.

Perdona mi Orgullo, creerme que por una vez en mi vida , era suficientemente bueno como para que me ame, para corresponderme, y, que por una vez, alguien se encargaría de hacerme feliz.

Perdona mi Gula, por querer comerme cada pedazo de su cuerpo entre besos, siendo el mi único alimento, el sustento de mis días, porque mi cuerpo llama al suyo con desesperación, prometiéndole acariciar hasta el último milímetro de su piel.

Perdona mi Envidia, hacia gente que sí podrá disfrutar de esa delicia que ansiaba conquistar, y que cumplirá mis anheladas fantasías en realidad, siendo suyas y no mías. Pero no miraré con rencor a los ojos de alguien que solo busca amor, amor que yo ansío, amor en el que yo no decido.

Perdona mi Lujuria, en aquellas noches de gran calor, en las cuales, yo ganaba al verano pensado en su cuerpo desnudo que yo utilizaría como manta, no para protegerme del frío, sino del mundo. Porque con él, supero el tiempo y el espacio, quedándonos solos, en una relativa eternidad, que terminaría en los bordes de mi cama.

Perdona la Ira, que siento a la vida en estos momentos, que reconcome cada pedazo de mi alma odiando a todo y a todos, recordándome que la vida siempre se ríe de ti y no contigo.

Perdona mi Pereza, por no seguir luchando por él, porque pereza no siento sino la pereza de estar muerto en vida, las ganas de no querer seguir adelante por morir en el intento o de encontrar al final del camino una aversión, un rechazo; el cual no estoy preparado para recibir su impacto.

Perdona cada uno de mis pecados porque he estado ciego, ciego de felicidad al pensar que me amaría y que, podría salir de ese puesto de bufón en el que me encuentro a diario, para alegrar a quien sea que se ríe de mí, y le encante verme sufrir, pero aun así nunca me arrepentiré de amar a quien he amado. Miraré con orgullo su felicidad con otros, esa que no encuentra conmigo; porque por mucho que peque de amarle, amar debe ser un pecado recíproco.

𝖯𝗈𝗋 𝖴𝗇 𝖯𝗎𝗇̃𝖺𝖽𝗈 𝖣𝖾 𝖵𝖾𝗋𝗌𝗈𝗌 𝖣𝖾𝗌𝗈𝗋𝖽𝖾𝗇𝖺𝖽𝗈𝗌.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora