Capitulo II - La Boda

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Todo era tan hermoso, Justin se había puesto un traje azul marino que le quedaba perfecto, bueno todo lo que se pusiera le quedaría perfecto.

Estábamos en un restaurante muy lujoso, celebrando nuestro cuarto año de noviazgo. Es tan extraño, siento que ayer fue la primera vez que nos vimos y discutimos, sí discutir ¿se piensan que la tuvo fácil? Pues claro que no.

El ruido del cristal al golpearse con algo me sacó de mi ensoñación y cuando levanté la vista pude ver que era Justin, quien había llamado la atención de todo el restaurante.

Qué vergüenza, por favor.

— Damas y caballeros, presentes —habló fuerte, para que todos escucharan y sonreía. — Quisiera que fueran testigos de todo el amor que le tengo a esta hermosa mujer. —Me miró sonriente—. ¿Megan? —Extendió su mano para que la tomara y así lo hice.

Me ayudó a levantarme de la silla y luego se arrodillo frente a mi sin soltar nuestras manos que todavía seguían unidas.

Oh, cielos, me va a pedir matrimonio. Puta madre.

— Megan, te voy a hacer una pregunta que cambiará nuestras vidas y realmente espero que aceptes o quedaré como un completo bobo en frente de todas estas personas. —Sus ojos y su reacción corporal demostraban lo nervioso que se encontraba.

Estaba que me moría, ya quería que me lo propusiera. Maldito, le gusta hacerme esperar.

— Megan Amanda Pierce Evans, ¿por qué rayos tienes el sueño tan pesado? — Lo miré confundida y me alejé un paso.

Empezó a sacudirme por los hombros mientras que le decía que parara, sin embargo, no lo hacía.

Me levanté exaltada mientras gritaba: — ¡Justin, para! —Me encontré con los ojos de mi amigo que me miraban como si fuera un ser de otra galaxia.

Lo miré enojada y le tiré con los almohadones que había a mi alrededor.

¡Arruinó mi casamiento!

Luke trataba de avanzar para tirarse encima mío para acabar con mi ataque hacía su persona y mientras más avanzaba más fuerte le pegaba.

Luego de unos diez minutos así pudo parar mi ataque y me miraba entre enojado y divertido. Tenía mis manos agarradas con fuerza, sin llegar a hacerme daño, y tenía mis piernas atrapadas entre las suyas. Me salió inteligente la lombriz.

— ¿Se puede saber que demonios te pasa? —Su entrecejo de frunció al igual que su nariz, es demasiado tierno; parece un conejito—. ¿Por qué me golpeabas? —

— Pareces un lindo conejito —salté un poco, ya que él es mucho más alto que yo y estaba curvado hacia adelante, y besé su nariz. Luke río, soltó mis manos y mis pernas para luego tirarse al sillón.

— Ahora sí, pequeña engendro dime, ¿por qué me golpeabas? — Sus ojos destellaban diversión.

Hice un pequeño puchero y me crucé de brazos, indignada.

— ¡Arruinaste mi casamiento con el Biberón, idiota! —La indignación en mi voz parecía tan real, y es que hasta cierto punto lo era.

Cuando era adolescente hubiera matado a quien me despertara cuando me estaba por casar con él.

Luke me miro confundido y puso los ojos en blanco mientras que sonreía de lado.

— Con Bieber —afirmó y me abrazó tirándose encima mío, cayendo ambos en el sillón. — Lamento haber arruinado la única oportunidad que tienes para casarte, engendro porque conociéndote nadie se casaría contigo, eres insoportable. —Carcajeó muy fuerte mientras me apretaba más al sillón.

El Corazón del JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora