Jorge observó la mezcla de emociones que asomaron al rostro de Martina. Sorpresa, temor, ira... y resignación. Gracias a Dios, esta vez no se enfrentaría a él.
-Martina: ¿Por qué tiene que ser ahora, de esta manera? —preguntó.
Él acarició su mejilla, sin sorprenderse cuando se estremeció, y apartó la mano. Esperaba que cambiara durante aquel día, pero no de aquella manera. Estaba más guapa de lo que había imaginado que era posible. No sabía si era por la suavidad de su pelo, por su piel aterciopelada o por sus enormes ojos café, pero lo cierto era que no conseguía recordar por qué estaba enfadado con ella. No podía olvidar lo que le había hecho, pero no quería que afectara sus actos.
-Jorge: Por varias razones, Tini. —dijo— Debes confías en mí.
-Martina: ¿Confiar en ti? ¿Cómo esperas que lo haga?
La tomó suavemente por el brazo y la apartó del juez y de su asistente. Jorge la hizo girarse, impidiendo que viese a los dos hombres. Luego, tomó sus mejillas entre las manos. Ella contuvo el aliento, provocándole una oleada de deseo. Al menos, disfrutaría llevándosela a la cama. Aunque se casara con ella por honor y sentido del deber, había algunos aspectos que disfrutaría.
-Jorge: Tenemos que hacer esto por Daniele. —dijo, consciente de que aquellas palabras la tranquilizarían.
Podía decirle que tenían que casarse allí, en Francia, antes de volver a Montebianco, pero pensó que eso no sería de ayuda para convencerla.
También podía decirle que su padre estaba furioso, que el padre y el hermano de Stephie estaban pidiendo una compensación y que, a menos que se casaran en aquel momento, probablemente sería arrestada y encerrada en la cárcel al regresar a Montebianco, acusada de traficar con antigüedades y objetos robados. Hasta que no dieran con el vendedor, Martina era susceptible de ser acusada.
Por eso tenía que ser en aquel momento. Si iba a prisión, él se quedaría con Daniele, pero su hijo no tendría una madre. No se casaría con la Princesa Stephie ni criaría al niño con ella. Tenía demasiada experiencia como hijo ilegítimo para saber cómo lo trataría una mujer que no lo había traído al mundo. No se arriesgaría a que lo viera como una amenaza, tal y como la reina Tatiana lo había visto a él. Martina era la madre del niño. A pesar de lo que Jorge sintiera por ella, su hijo merecía una madre que lo quisiera.
-Martina: Quiero ver a mi hijo primero. —dijo ella— Quiero saber que está sano y salvo.
-Jorge: Llegará a Montebianco muy pronto, cara mia. El avión que lo trae abandonó el espacio aéreo americano hace más de cinco horas.
Se la veía contenta a la vez que sorprendida ante aquella noticia. Estaba feliz de que fuera a ver a su bebé y triste porque su amiga la hubiera traicionado. La pobre Martina no tenía ni idea de que todo el mundo tenía un precio.
-Jorge: Es hora, Tini.
Todavía se la veía dubitativa. Parecía estar a punto de protestar, así que él bajó la cabeza y le dio un breve beso en los labios. Casi al instante deseó llevarla al dormitorio que había al fondo del avión y hacerla suya antes de que pasara una hora más. Pero no lo haría. Al ver que no se resistía, le pasó la lengua por los labios a modo de prueba. Ella los separó e invadió su boca, enroscando sus lenguas. Al principio, sus movimientos eran suaves, pero poco a poco se fueron haciendo desesperados. Ya no estaba seguro de quién llevaba el control de aquel beso y se apartó.
Parecía aturdida. Jorge la besó de nuevo y ella se inclinó hacia él, aferrándose a sus solapas y gimiendo suavemente. Esta vez, cuando apartó la cabeza, ambos respiraban entrecortadamente.
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Heredero perdido♠ *Jortini*
RomanceEsta nove tiene muchos cambios en nuestros protagonistas, espero que les guste Voten♥