2. Lights Out

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Adaptarse a Jaemin fue sencillo, era fácil volverse cercano a él. Siendo tan amable, educado y ordenado, su espacio y el del mismo Jeno estaba siempre limpio, e incluso preparaba el desayuno y se hacía cargo de la ropa sucia, cosa que normalmente Renjun hacía cada semana porque a Jeno le importaba poco si lo que se ponía estaba limpio o apestaba a basura. Por lo regular, diría mierda como «el olor que desprenda mi ropa no es importante, al menos hasta que no sea lo suficientemente penetrante como para impedirme pensar», a lo que Hyuck respondería con un «eso a lo que le dices olor, en realidad se llama peste».

En general, Jaemin era como una especie de ama de casa y Jeno no podía estar más encantado por ello. Era hasta satisfactorio verle revoloteando por todo el dormitorio, sacudiendo y levantando el desorden. Inclusive Jeno se había decidido a ayudarle de vez en cuando, a pesar de que terminara por hacerle el trabajo más difícil.

Sin lugar a dudas, estaba contento. Jaemin no solo era lindo, sino también muy inteligente y dedicado. Todo eso le cayó de sorpresa a Renjun, quien tuvo oportunidad de conocer al chico nuevo por primera vez a los ocho días de que este se hubiera instalado.

El chino había estado tan ocupado con los exámenes parciales durante la última semana, que no tuvo oportunidad de ir a revisar si su hermano seguía vivo o se había hundido en su propia basura, sobre todo porque el pelinegro no le había enviado ni un mensaje preguntándole si iba a llevarle algo de comer cuando terminaran sus exámenes, o si le estaba yendo bien por lo menos.

Lejos de sentirse herido por el olvido de su hermano, le pareció más extraño que grato que el dormitorio estuviera despejado y que le abriera un chico alto y lindo, de sonrisa brillante y expresión amable, saludando con un «buenas tardes» que le hizo parpadear atónito ante la voz gruesa, pero de tono infantil.

-¿Buscas a Jeno?

Renjun se quedó como idiota un par de segundos hasta que reaccionó, su mente todavía no comprendía qué hacía un chico ahí, y entonces recordó la conversación que tuvo con Jeno semanas atrás. Una que involucraba el contratar un servicio doméstico.

Ese pendejo ahora sí lo iba a conocer.

-Sí, ¿en dónde está ese pedazo de mierda? -el bajito se adentró furioso, demasiado intimidante para alguien de su tamaño. Jeno estaba leyendo un libro de Tarkovski, con quien últimamente se había obsesionado, recostado en su cama y escuchando música-. ¡Lee Jeno!

El grito del chico hizo que el menor se quitara los aparatos y mirara a su hermano con una sonrisa que, de no sospechar la estupidez que acababa de hacer, le haría apretarle las mejillas.

-¡Gege! ¡Adivina qué! -Jeno dejó de lado el libro junto con su teléfono y se puso de pie ante su hermano. El «gege» era la señal de que debían usar el chino para una conversación privada.

-¡Chico estúpido! ¿Qué demonios es esto? -continuó en su idioma natal ante un confundido Jaemin. La diferencia de alturas entre los dos hermanos se hizo notar, pero no por eso Renjun dejó de ser intimidante

-¿No lo ves, ge? ¡Tengo ropa limpia puesta!

-Eso lo puedo ver, imbécil-Renjun lo sujetó de la camisa limpia, esta vez volviendo al coreano-. ¡No puedo creer que de verdad hayas contratado a un sirviente! ¡Te dije que eso era una idiotez!

-¡Qué! ¡No! -apresurado, Jaemin intervino en la discusión.

-¿Cuánto te está pagando? ¿Te está pagando siquiera? Dímelo de una buena vez -Renjun interrogó al chico, pero no esperó a recibir respuestas para abalanzarse sobre su hermano menor-. ¡Esto es el colmo, Jeno! ¡Se lo diré a papá!

HYPER (brain damage) | nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora