El canto de las sirenas

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El toro sabio se rió un poco y murmuró para sí mismo "Más vale que tengan suerte emprendiendo el viaje. Ojalá rompan el hechizo... la profecía está por cumplirse. ¡¡Es tiempo de liberarnos!! "

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-¡Corre, ya casi lo alcanzamos!- le dijo el jitafito a su amiga, quien ya estaba cansada de tanto correr.
El ladrón era muy habilidoso; cada vez que las jirafas se acercaban a él, siempre hallaba un modo de escabullirse y perderse entre el bosque. Las jirafas ya estaban, evidentemente cansadas. Pero el jitafito no se daba por vencido, ya que habían estado corriendo por varios minutos.

Sólo se daban cuenta qué tanto habían corrido por el cambio de panorama. Ya no estaban en un bosque sino que pasando a través de un río que desembocaba al mar.

-¡Ya no importa el reloj sólo vámonos! Hemos corrido demasiado y no sé si valga la pena.

-¡No, no podemos rendirnos! ¡Ese reloj es muy valioso, me lo regaló mi abuelo!

Las jirafas se estaban acercando cada vez más a la costa del mar.
Pronto, estaban a sólo unos cuantos pasos del mar.

En un rápido movimiento, el ladrón saltó detrás de unas enormes rocas que formaban un círculo; parecía gran alberca que tenía mar adentro.
Las piedras estaban hechas de terrones de azúcar rojos, azules y morados.

En este mundo el mar era de color amarillo y la arena de color turquesa.

-¡Oye! ¡Ladrón! ¡Devuélveme mi reloj!- gritó el jirafito muy desesperado.

Intentó subir por los terrones de azúcar que simulaban ser rocas, pero al intentar poner un pie sobre la roca, se resbalaba y no podía subir.
Buscó una manera de llegar a la cima pero las paredes de esta piscina eran muy altas, lo cual hacía más difícil llegar ahí. Las rocas estaban apiladas perfectamente y parecía que era lo suficientemente grande como para retener mucha agua en su interior.

-¡Es imposible llegar ahí, tenemos que regresar!- gritó la jirafita con el poco aire que tenía en los pulmones.

-No es imposible, sólo no posible.

-¿Qué? Eso no tiene sentido.

-Bueno, yo sólo lo dije porque escuché que lo decían en una película... y me pareció buen momento para decirlo... pero, no... Tenemos que encontrar algo rápido para poder llegar adentro y recuperar mi reloj.

Investigando un poco el perímetro, el jirafito encontró una escalera. Junto con la ayuda de la jirafita, movieron la escalera y la acomodaron para que pudieran subir y entrar a la alberca natural para ver qué descubrían.

Lo que seguramente no esperaban era que un grupo de sirenas con escamas verdes que estaban tomando el sol.

-¡AHÍ ESTÁ MI RELOJ!- dijo el jirafito alarmado

-¿Qué es un reloj?- preguntó una sirena con cabello de color morado.

-Creo que se refiere a este cachivache mágico dorado que tengo, querida.

En el lugar se escucharon murmullos llenos de curiosidad.

-A ver, en primera, no es un cachivache cualquiera,-empezó a reclamar el jirafito- me lo regaló mi abuelo por mi cumpleaños. Y segunda cosa: ¡no es mágico!

-Pero... ¡se está moviendo sólo! Debe contener algo de magia.- dijo una sirena que en sus brazos sostenía un perro con cola de pez.

Se escucharon más murmullos, pero ahora de interrogación.

-No, lo que hace que el reloj se mueva es...

-Es una magia muy especial, no como cualquier otra que hayan conocido. Es totalmente de otro mundo.- la jirafita lo interrumpió.

El jirafo la miró desconcertado y ella le guiñó un ojo por respuesta. Pronto comprendió por qué lo hizo.

Todas las sirenas estaban muy asombradas.

-Esta magia es muy poderosa,- explicó la jirafita -pero puede ser muy peligrosa en las manos equivocadas...

La sirena que tenía el reloj se asustó por esa advertencia y lanzó el reloj a otra sirena con un grito. Y esta a su vez, hizo lo mismo. Y así se pasaban el reloj, como si fuera una papa caliente.

El jirafo estaba desesperado y angustiado por la forma en la que su reloj era lanzado de un lado a otro.
Pero con un golpe de suerte, la jirafita lo atrapó en el aire con gran habilidad y se lo entregó a su compañero.
Él se lo puso rápidamente y respiró con tranquilidad cuando se dio cuenta de que seguía funcionando correctamente.

-Como les decía, -continuo la jirafita- la magia del reloj es algo que debe ser tratado por hechiceros expertos, cómo él.

Las sirenas estaban maravilladas.

-¿Entonces tú eres un hechicero experto?-preguntó una sirena con el cabello trenzado.

-Sí-dijo el jirafito ahora con un poco más de confianza. -Pero no podemos quedarnos por mucho tiempo, tengo que volver a mi mundo.

-Esperen, quédense un rato más, queremos saber más de esa magia.

-¡Sí, enséñanos tu magia!

El jirafo tuvo miedo, pues sabía que no tenía magia. Volteó a ver a su amiga, pero ella sólo le sonrió.

-Confía en ti- le susurró

¿Que confíe en sí mismo? ¿Eso qué tenía que ver? ¿Qué se suponía que debía hacer?
El jirafito pensó en algo, pero no se le ocurrió nada.

De repente sucedió algo inesperado...

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⏰ Última actualización: Nov 05, 2021 ⏰

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La jirafa que aprendió a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora