Capítulo 2.

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《Cabaña Atenea》











































Al llegar a su cabaña se sorprende que no haya nadie en esta. Al ser los hijos de Atenea siempre preferían quedarse encerrados en la cabaña leyendo algún libro o planeando una estrategia o haciendo alguna artesanía en el taller.

Pero no.

Matthew no sentía ninguna presencia de algún semidiós.

Quirón le había dicho, antes de marcharse, que la cabaña de Atenea había crecido un poco más en esos años de ausencia. Ya no era su hermana y él, solos, sino que ya eran ocho hijos de la diosa de la sabiduría. Y no quería ni imaginarse cuántos hermanos más tendrá por allá, afuera, sin saber de la existencia de este campamento.

 Ya adentro de la cabaña, trató de caminar con cuidado ya que no sabía si habían cambiado las cosas del lugar en su ausencia, que lo más seguro era que sí, por lo tanto no quería caerse y lastimarse.

  — ¿Tú quién eres?

El castaño se sorprende al escuchar una segunda voz, en donde se regaña mentalmente por no  haber estado atento de la presencia que lo acompañaba, que era para su suerte, uno de sus  hermanos.

 —Amm.. lo lamento..— rió nervioso hacia la dirección de la muchacha.—Solo es que..

 —¿Te perdiste?—preguntó desconfiada.—Mira, los semidioses nuevos se hospedan en la cabaña de Hermes, la cabaña 11 si quieres yo te puedo acompañar.

 — Ammm no es eso... se que soy hijo de Atenea...

No pudo terminar de hablar cuando la puerta de la cabaña es abierta de un portazo, en donde supo de  inmediato  quién era.

Solo esperaba que estuviera de buen humor.

— ¡Annabeth que bueno que has llegado! Este chico está perdido...

La muchacha no logró de terminar de hablar,  al sorprenderse al ver como la rubia lo abrazaba. Al ver que su hermana abrazaba a un total desconocido.

Mientras Matthew, la aprieta entre sus brazos con mas fuerzas, aspirando el aroma a vainilla que usa de shampoo desde que eran niños. Una sonrisa sale de sus labios al sentir como su hombro se moja por las lágrimas que recorren a través mejillas de su hermana. Coloca una de sus manos sobre los cabellos de la fémina y la acaricia lentamente sintiendo el tacto de las hebras en sus dedos.

Tan suave y sedoso.

—Te extrañé.— murmuró en su oído.

—Yo también.— susurró con cariño, que al oír su voz hizo que su corazón saltara de alegría.

Se separaron después de varios minutos, disfrutando de  su reencuentro, con sus manos sobre sus hombros dándole suaves caricias mientras que ella se estaba secando las mejillas que  se encontraban bañadas por las lágrimas, con una sonrisa en su labios. El  ambiente a su alrededor era tan cálido y cómodo que le  ponía feliz al saber que fue bueno volver.  

Claro que el ambiente fue arruinado.

—¡Idiota!— lo empujó Annabeth enojada en donde el castaño se largó a reír, con una fuerte carcajada desde lo más profundo de su garganta.— ¡No te rías! ¡Eres un imbécil! 

—Es genial como arruinas el ambiente Beth.— rió aún más al sentir el golpe sobre su hombro derecho.

—¡No le veo lo gracioso! ¡Dejaste de hablarme por dos años! ¡Dos años! ¿¡Dónde estuviste todo este tiempo!?

Blind {Nico di Ángelo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora