Capítulo Cuatro

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No al plagio

Capítulo cuatro: Cerca, tan cerca

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—Eres... eres Draco Malfoy...

—Ajá, y tú eres Ted Lupin —interrumpe con fastidio y sarcasmo pintado en su voz—. Gracias a Merlín te enseñaron a distinguir personas en Hogwarts.

Realmente no le estoy poniendo atención, porque mi cerebro está trabajando al cien gracias a la persona que tengo frente a mí. He sido tan estúpido estos años que no he recurrido a la segunda mejor fuente de información en todo Londres mágico: los Malfoy. Mi abuela, desde que terminó de la guerra, ha renovado lazos con su única hermana viva; la matriarca Malfoy reconoció que sería muy tonto de su parte no pedir perdón a su hermana mayor por todo lo que hizo en nombre de un enfermo mental que no valía la pena. Y la unión que antes había, hoy estaba más fuerte que nunca, sin embargo, era mi abuela la que siempre iba a visitar a mi tía-abuela Narcissa; según entiendo, Narcissa no se siente tan cómoda al estar en la casa que tanto malos recuerdos de su infancia le trae.

De ahí surgió mi curiosidad por saber acerca de los Black, porque ¿cómo alguien tan distinguido, imponente y elegante de esa familia puede sentir tanto terror al visitar una casa? Entonces entendí que a ella le pasa lo que a mi tía Hermione le sucede cada vez que alguien menciona La Mansión Malfoy. Después supe lo que Bellatrix Lestrange había hecho.

«¿Quién es ella? No tengo idea alguna, pero pronto lo sabré.»

Sin embargo, no puedo olvidar que tengo frente a la gallina de los huevos de oro.

—¿Me estás haciendo caso, enano? —cuestiona Draco, chasqueando los dedos frente a mis ojos. Tengo la decencia de sonrojarme y bajar la mirada con pena.

Suspira, llevando una mano al puente de su nariz, un acto que me recuerda mucho a mi padrino, y sonrío por el parecido que tienen al exasperarse.

—No, lo siento —me disculpo con delicadeza.

—Vaya, al fin puedo ver modales en ti. Me estaba preguntando qué es lo que hacías antes de chocar conmigo; por la cara de idiota que traías, puedo sospechar que hiciste alguna maldad.

Al verme atrapado, solo puedo negar fervientemente con la cabeza. Gesto demás, porque es claro que no me cree; hace una mueca de burla, girando ciento ochenta grados sobre su eje para emprender su camino. Confino a observarlo con anhelo, sin saber qué pretexto poner para que no se vaya y perderlo para siempre —bueno, estoy exagerando un poco—; no tengo que hacer nada, ya que es él el que gira la cabeza sobre los hombros y alza una ceja en modo »¿estás idiota o vas a seguirme?» y no tardo en darle acción, mirándolo como cachorro perdido. Así que, antes de que me arranque la cabeza por no contestarle lo que ha preguntado indirectamente, hablo:

—Vine con mi padrino para echar solicitud en la Academia de Aurores. Hace un mes salí de Hogwarts, y ya es tiempo de meter los papeles. Creo que entre más temprano, podré ser considerado como aspirante a un puesto —concluyo mirándolo de soslayo, mientras me sitúo a su lado.

—Créeme que en cuanto sepan que eres el ahijado de Potter, ni siquiera te harán examen —sisea entre molesto y burlón.

—Algo así me dijo mi padrino, por lo que no diremos nada hasta que se vean los resultados. Se sabe que Harry tiene un ahijado, pero no conocen exactamente quién es; aunque han estado muy cerca de saberlo, sobre todo Corazón de Bruja con la estúpida reportera oxigenada que sigue a mi padrino a todos lados.

Toujours Pur: La Noble y Ancestral Casa de los BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora