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Mi móvil vibró encima de la mesa donde me miraba en el espejo, listo para ir al trabajo o eso creía. Tomando el celular, noté la nueva notificación de un número desconocido por whatsapp. Ni siquiera habia foto.
¿Disfrutaste de la vista, gatito?.
Un poco extrañado leí el mensaje.
Aquel mensaje me tenía fuera de casillas, miraba una y otra vez la pantalla, con un leve temor apoderándose de mi. Por más que preguntará, ¿Quién era?, ¿Como consiguió mi número?, solo recibía respuestas para nada concretas. Ya que no recibía ninguna respuesta, y yo no era de hablar con desconocidos bloqueé el número. Me desordené el cabello, tomé mi chaleco y bolso, para salir del departamento y bajar por el ascensor.
En la planta baja el vigilante me saludó, y me dijo que tenía un correo. Más bien, una invitación. ¡¿Qué, hoy era el día de las cosas extrañas?!.
Al tomar el paquete, el remitente decía; Vyr. Entertainment. No reconocía algo así, tal ves sería una empresa. Dentro, venía una invitación para la inauguración del local con aquel nombre, y un tiquet.
Raro, muy raro. Yo no era de ir a cosas así, y por supuesto no lo haría, por el simple hecho de que no sabía nada. Ni porque me invitaron, que es esa empresa y demás.
Restándole poca importancia, guardé el sobre en el bolso, para ahora sí, emprender a mi camino.
En la oficina, ignoré todo el rato a Jimin, él no tenía la culpa, pero tenía que desahogar mi enojo. Tampoco tenía sentido el que estuviera enojado. Envidia, eso es, fuera dado todo para tomar el lugar anoche de Jimin.
Casí todo.
Los sábados siempre salía con Jimin, pero visto a que yo estoy en toque de queda, no tendré ningún plan. Tal ves, vea algunas películas de romance para aliviar mi mente y llorar como bebé.
Las horas de trabajo se fueron volando, ya que no habían muchos recados. Escapé de las garras de Jimin, cuando intentó hablar conmigo y sin querer, al soltarme de su agarre, caí al suelo, raspandome un poco mi codo descubierto.
A penas llegué a la droguería cerca de casa, entré para comprar unas curitas y alcohol. Ugh, necesitaba un botiquín en mi casa. Un cuerpo grande, vestido muy elegante, irrumpía mi vista de la vendedora, al parecer también compraba. Me distraje un rato viendo en las vitrinas algunas cremas y colonias. El hombre que compraba, pedía descaradamente dos envases de lubricante y una caja de condones, un poco divertido me giré en su dirección para ver la cara de aquel tipo.
¡Santa mierda!.
Pero, si es mi vecino. ¿Qué hace aquí y vestido así?. Con un, gracias terminó la compra y no me dí cuenta en que momento nos veíamos fijamente, los vellos de mi cuerpo se erizaron y sentí mi garganta seca. Joder, se veía tan bien con ese traje, ya quisiera quitárselo. Ya sintiendo mi miembro palpitar bajo mi pantalón, me aclaro la garganta y él con una reverencia y una media sonrisa como aquella vez, sale del establecimiento.