capítulo III "calles sin destino"

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Cuando una persona lucha por otra no hay quien le pueda ganar

Ya casi llegamos a la puerta, por fin, después de casi 20 minutos bajando escaleras... Sufría mucho cargando mi mochila, más de una vez Lalo me ofreció ayuda para cargar mi mochila, a lo cual me negué. Creo que ya a echo mucho por mí para molestarlo aún más con una tontería tan grande como lo es, que no pueda bajar unas simples escaleras... Además tengo que acostumbrarme al hecho de cargar está mochila, mientras más lo haga menos sentiré el peso de ella, esperó no perder mucha energía en ésto. Supongo que antes la aguantaba sin problema ya que la venia cargando, hasta que pasó lo de... En fin no quiero pensar en eso, aunque no soy una persona rencorosa, sí que podría llegar a desconfiar un poco de Lalo ya que no lo conozco, y en lo particular, es un chico un poco extrañó, creo que me oculta algo... No debo de pensar esas cosas, si lo hago, lo podría terminar traicionando.

Ya llegamos a la puerta, tiene unas tablas atravesadas, inmediatamente, Lalo las quita, las avienta, y me voltea a ver.
Lalo: estás lista para salir, no es un bonito lugar haya afuera, pero aunque no sea así, te prometo que te cuidare la espalda.

Me sorprende este chico es demasiado atento conmigo, ¿es por lo que me hizo?... aunque haya estado mal, tiene sus razones, cualquiera lo habría echo... Pudo haberme matado o agarrado todas mis cosas, pero no lo hizo.

Termina de quitar las tablas, y al parecer hay un candado, no lo había visto, apenas lo alcanzar a ver cuando llegue hasta la puerta, estoy un poco distraída y no lo voy a negar también estoy nerviosa de lo que va a haber allá afuera...

Mientras va abriendo la puerta, poco a poco me dice, tú sígueme, se a donde ir. Le asiento con la cabeza y abre la puerta...

La luz de afuera me cega, y siento un pequeño dolor en mis ojos, hay mucha luz...

Pasar de un lugar con muy poca luz a estar afuera, hace que sientas una extraña sensación, después de unos poco segundos, mi vista se fue acostumbrando y podía ver lo que había y...

To... Todo... Todo está destruído, las carreteras tienen grietas y pedazos fuera, hay pedazos de la calle que están levantados, y otros muchos con hoyos. Los edificios tienen los ventanales casi rotos y algunos destruídos totalmente. Las casas están totalmente destruidas, excepto por algunas...

Hay cadáveres repartidos por todas partes, alcanzó a ver un montículo enteró de ellos a lo lejos. La mayoría están en descomposición, algunos otros con el estómago y pecho abiertos completamente, desmembrados, los demás están perfectamente conservados, parecen personas acostadas simplemente contemplando el cielo.

A primera vista, no veo a nadie pero no debe tardar en que nos encontremos personas, eso creo, aún así saco, el revólver que tengo y veo si tiene munición, excelente está recargado, lo pondré en mi chaqueta para fácil acceso, si nos vemos en una situación en la que podamos salir heridos.

No me había percatado, ya esta empezando a atardecer, eso podría llegar a ser un problema, empieza a soplar el aire... Este frío se está empezando a convertir en algo inaguantable.

Lalo, me agarra de los hombros y me agita, mientras me grita
Lalo: ¡Viviana muévete ya!

Empieza a correr, enseguida lo empiezo a seguir, corre muy rápido, demaciado rápido, tengo que esforzarme para poder seguirle el pasó al ritmo al que va.

Mientras va corriendo, me dice
Lalo: no vallas a voltear.

Me preguntó porque no quiere que me voltee, empiezo a escuchar como algo nos persigue se oye cómo si unas garras estuviesen rasguñando el concreto... Uno de esas cosas agarro mi mochila, saco rápidamente mi revólver, y sin pensarlo dos veces, volteó a ver hacia mi espalda, y le disparó, un solo tiró fue necesario, me sorprende mi puntería le di en la cabeza y no tuve mucho tiempo para apuntar. Pensé que podría ser un animal pero era un señor de aproximadamente unos 29 años de edad, estaba vestido con una playera de rayas, pero esta estaba desgarrada y un pantalón azul. Lalo parece haberle sorprendido que lo haya matado, ya que también volteó. En el breve momento en el que voltee a ver a mi espalda vi a todo el grupo de personas que nos seguían eran 20 o talvez 30 personas todas ellas con las uñas extremadamente grandes parecían garras y sin zapatos, una decena de ellos estaban corriendo apoyándose en las palmas de sus piernas y de sus manos como una especie de gorilas, y los demás sólo de sus piernas, los que estaban corriendo a dos su tono de piel era más amarillenta de lo normal. Me sorprende que nos sigan solo a nosotros, y ellos no se ataquen, entre sí, no es momento para pensar en eso, siguen llegando más y más, personas por el ruido que provocó el disparo que di. Esto parece que no tiene fin, estoy empezando a cansarme, es muy pesada mi mochila para mí... Oh no, esas personas se están acercando cada vez más, y más este puede llegar a ser nuestro fin, solo somos dos y ellos son un grupo muy grande.

VivianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora