Fase 1: 🌺 LOS MUÉRDAGOS DE SANTA 🌺

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Estoy en la edad donde tus hijos de secundaria son educados sexualmente a profundidad y donde a tu hija próxima universitaria se le comienzan a caer mechones de cabello por el estrés diario de tener en mente un excelente 9.8 como promedio final en la boleta para ser admitida en la facultad de medicina. ¿Pero saben lo que me estresa a mi? Tener que aguantar un maldito tráfico de 48 minutos sólo por unos calcetines de felpa y una bufanda de estambre. Así es.

Era 24 de diciembre y la población comenzaba a portarse raquítica y emocional. Faltaban no menos de 12 horas para que el niño Jesús naciera y Dios llenase las calles de la ciudad con una esbelta capa de nieve como agradecimiento de haber recibido con tanto amor a su primogénito. No habría escuela, no habría trabajo ni tiempos extra. Calles bloqueadas por agua y copos, frío invernal e influencia estacional. Ya podía oler el jarabe de la abuela para la gripe en la habitación de los niños.

-Papá, la tía Anna dice que las inscripciones inician en Marzo y quisiera saber si me podrías ayudar con mi examen de admisión.

Marie, mi hija, decide hablar después de largos minutos de silencio de su parte pegada en su teléfono. Por otro lado, los gemelos no dejaban de discutir en la parte de atrás, sobre el por qué las jirafas tenían que estar en peligro de extinción.

-Claro que si, cariño. ¿Sobre qué tratará?

-Tengo que hacer un pequeño prototipo del sistema nervioso, tiene que bombear todo pero necesito el corazón especialmente. ¿Tú crees que podamos hacer esto? Tengo miedo, ¿saldrá bien? ¿Es mucho? Si, es una exageración. ¿Es una exageración, papá? Ay, claro que si. ¿Es muy pronto para estar estresada sobre mi futuro a tres meses de tenerlo en mis manos?

Ahí estaba ése don de hablar heredado de Elsa. Hablaba como si la abuela de Miguel, vecino latino de en frente, estuviese rezando las Aves María. Habíamos ido dos veces por que a Marie le gustaban los tamales de Mamá Imelda, tatarabuela de Miguel. Aunque me enteré por los gemelos que Marie no solamente le gustaba ir por los tamales. Carcajeé tomando su mano.

-Princesa, el mundo no puede vivir sin estrés. Todo saldrá bien, ya lo verás.

-¿Tú crees, papá?

Besé su mano y le sonreí.

-Por supuesto que si. Por ahora preocupate por los colores que llevarán los calcetines de tu abuelo.

Rió encendiendo su teléfono y yendo al buscador. En la radio, una canción familiar comenzó a sonar. Miré los números de la estación y subí el volumen.

Los recuerdos florecían por tercera vez en el día. Y me vi... nos vi, a Elsa y a mi de nuevo en el baile de invierno.

Detrás de una cortina hecha de serpentinas que colgaban de las luces del auditorio, se encontraba hecha soledad, la causa de mi angustia y depresión, mis rubores y ganas de vomitar por los nervios, mi razón para cambiar el mundo solo por verle la sonrisa más bonita del mundo: Elsa Arendelle.

Jardín de Anécdotas | O.S JELSA [ #CLJelsa3 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora