Fase 3: ☄️ H O M O G E N E A ☄️

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Ingredientes:
Menta, maracuyá y fresa

Explicación:
La menta me hizo sentir un poco de frescura y ese extraño picor peculiar que tiene al exhalar aire por la boca, en lo personal la maracuyá no la he probado pero me han dicho que es medio agridulce y la fresa me tendió a ser empalagosa en varios aspectos.

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Recuerdo Texas.

El rancho del abuelo Nicolás, su puesto de mermeladas, su establo repleto de caballos y su invernadero lleno de vegetación desértica. Los veranos ahí eran tan sensacionales como tu compañía, después de finalizar los cursos de secundaria te gustaba ir conmigo al estado de Tennessee.

Éramos unos críos albinos de 13 y 14 años a los que les encantaba irse a nadar al río y saltar sobre hiedra venenosa.

¿Recuerdas, Elsa?

Una vez caíste tan dentro del arbusto que el resto del penúltimo verano de secundaria la pasaste en cama viendo revistas americanas y comiendo los waffles de la tía Calhoun. Lograste estar de pie antes de entrar al último año de secundaria y jugamos dentro de la casa del abuelo, rompimos dos jarrones y nos comimos el cereal integral con chocolate favorito de Calhoun; las dos últimas noches estuvimos viendo tu programa de televisión favorito cuando claramente te dije que no habría televisión porque yo quería lanzarte lodo y que tú me arrojaras al río mientras te columpiabas sobre una llanta de tractor. Eso haríamos el resto del verano...

Pero, oh vamos. Estabas recuperándote y yo no podría ser un completo idiota si así lo quisiera. Ahí fue donde me di cuenta que me estaba rindiendo por completo a tus pies.

A mediados de noviembre dejaste de usar camisetas con estampados de Spider-Man e incluso hiciste de lado los pescadores y las dos trenzas que caracterizaban mucho tu varonil personalidad. Y un día ya traías vestidos azules con zapatillas blancas o tus típicos converse sucios.

Una de las razones por las que cambiaste así fue que un chico asiático de nombre Tadashi ingreso a nuestro colegio antes de acabar el año; te flechaste tanto que cambiaste demasiado. Estaba celoso pero a la vez impactado. Pero dejé marchar las cosas así, no me gustaba interponerme entre tus gustos. No eran mi decisión.

Y aunque nunca sucedió más allá de unas cuántas charlas, seguiste así. Nos clausuramos del colegio e ingresamos a la preparatoria.

Algo pasó que no fuiste a vacacionar conmigo y la familia, que cuando volvimos a vernos te volviste tan fría como las clásicas mermeladas de menta del abuelo, eras dulce y refrescante al principio, pero conforme cambiábamos el tema de algo que te resultaba gracioso, te congelabas al igual que mi garganta cuando tragaba agua después de ingerir la verde mermelada. Ni siquiera era el minuto y después volvías a la realidad.

Eras extraña.

Te hiciste una extraña.

Irreconocible.

Pero seguía ahí para ti porque no quería que nada malo te pasara. Fingías sueño siempre que tu rostro mostraba desmorone emocional, exclamabas el Morfeo a los cuatro vientos y por mucho tiempo me tragué aquel cuento.

Hicimos nuevos amigos, de los cuales muchos nos aseguraron una amistad mutua y ésa misma mayoría se alejó porque no podían soportarte. Al menos lo dijiste así, pero más bien no sabían cómo tratarte.

Una tarde lluviosa de diciembre mirábamos a los chicos de atletismos correr bajo la lluvia sentados sobre las gradas. Ése día no querías ver biología o algo relacionado con la evolución.

Jardín de Anécdotas | O.S JELSA [ #CLJelsa3 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora