Fase 4: 🍁 LOS FANTASMAS DE FROST 🍁

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Noche 1

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Noche 1

La humedad de aquella casa olía a desesperación y frustración, solía asearla cuando sus nietos no iban a visitarlo o a comienzos del verano cuando la ciudad se llenaba de turistas y días de elección gubernamental. Le fastidiaba el calentamiento global así como las ayudas amarillistas de los ecologistas. Nadie hacía ningún bien y solo se quejaba en silencio sentado en su viejo sofá mientras escuchaba el pasar de las locomotoras que construían un nuevo centro comercial al lado.

-Pamplinas -gruñó por un calambre en sus pies.

Cada día se ponía peor como su silenciosa enfermedad. A veces se aburría tanto que contaba los medicamentos del estuche de su espejo, tiraba los caducos y salía a la farmacia por más. En el camino solía toparse con el perro de su vecino, y le hacía compañía sobre una banqueta mientras compartían galletas y contaban autos de colores.

Ésa tarde volvió a suceder lo mismo, aunque ésta vez llevaba un gramo de jengibre y un ramo pequeño de manzanilla seca. La rutina diaria lo estaba agotando.

Para cuando pisó la acera frente a su casa, vio a sus nietos sentados en las escaleras del pórtico, dos infantes de siete y diez años, hijos de Marie. Aburridos picando las hojas caídas de los árboles con una rama, con las frentes sudorosas y el rubor esparcido por sus narices. Jules espetó golpeando el hombro de su hermano mayor cuando vio a su abuelo llegar. Se quejó adolorido pero vio el porque de ésa extraña manera de querer llamar su atención.

-¡Abuelo Jack!

Saltaron de su sitio y se echaron a correr hacia el albino vejete de 70 años.

Lo rodearon tan rápido que se hundió en carcajadas, eran bajitos a pesar de su edad y se reían entre sus brazos. Ninguno era albino pero tenían los ojos claro azul como los de su madre. Por las mochilas gruesas que llevaban supuso que habían regresado de la escuela.

-¿Y su madre?

-Trabajando, hoy vendió dos casas -explicó Jules quitándose la bendita de su rodilla izquierda.

-Vendrá más tarde, nos dijo que quería charlar contigo -agregó Nate tomando las compras de su abuelo-. Además, queríamos verte.

-Nos fuimos todo el verano porque Nate reprobó ciencias naturales y yo tenía cursos de verano.

Nate le dio una mala mirada a su hermana menor y Jules le sacó la lengua.

-¿Existen los cursos de verano para niños de tu edad, Jules? -preguntó Jack curioso.

La morena se hundió de hombros confundida-. Supongo, mami me dijo que tenía que aprender a nadar.

Ahora comprendía.

-¿Los metió a natación, entonces?

-Sólo a Jules, por lo que pasó le verano pasado.

La infante sintió su rostro florecer en rubor y se abrazó así misma recordando lo que había sucedido en Vallarta. Cerca de la costa, donde las olas golpean con fuerza cuando la marea sube. Sus pies habían perdido contacto con la arena y sintió la gravedad oceánica hacerla luchar con su propio peso. Se aterró tanto que se desmayó y los pulmones se le llenaron de agua.

Jardín de Anécdotas | O.S JELSA [ #CLJelsa3 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora