Etapa 1: Quién soy?

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En una aparente normalidad se despertó, en cada paso que daba se construía su mundo, ese que no recordaba que olvidó. Su cuerpo le sugería que en la noche no había estado sola, frente al espejo le gustó lo que reflejó, esa desconocida encerraba en su mirada un secreto que la inquietaba pero la animaba a saber quién era. Se dijo:

-Quién soy? Esa caricia que tatuó mi espalda debo etiquetarla con un nombre.

Era todo lo que recordaba. Una casa desconocida que se familiarizaba con su andar, ninguna señal que la ubicara en un tiempo exacto en esta dimensión que la atraía pero desconcertaba. El rostro que se repetía en los retratos de ese muro le enviaba mensajes que se perdían por lo ignoto de su preceder.

No tenía ni la más remota idea qué era ese lugar para ella, pero cada vez que necesitaba algo la inercia la ubicaba en el punto indicado. Ropa a su medida, con el aroma emanado por ella sin importar cuantas veces se fuera lavado. Era hora de deambular por cada uno de los rincones de su hogar, era claro que en estas paredes descansaba en su libre albedrío. Se pregunta:

-Cómo llegué a este estado. Estoy totalmente reseteada, no recuerdo nada. Que algo o alguien se apiade de mí, necesito saber quién soy.

Ten cuidado con lo que deseas, sin el sonido del timbre que indica la espera de alguien que solicita permiso para entrar, sin la mínima señal, de repente irrumpen en su casa una oleada de personas desconocidas para ella, se encuentra en medio de un remolino que la quiere succionar, no entiende, trata de echarlos y la ignoran. Para ella esa ráfaga de sombras celebraba lo inhóspito de no recordar su hogar. Cuando se dirigían a ella la llamaban por un nombre que no podía entender, cada vez que lo pronunciaban un sonido la aturdía, esos rostros se transformaron en imágenes sin forma, familiarizados con esas paredes que en ese punto solo sentía que la querían libar para sentir lo dulce de la sangre cuando no es contaminada por la indiferencia del conocimiento.

Esa jungla de espectros tienen claro qué hacer. Por fin intercambia palabras con uno de los ellos, se siente por primera vez totalmente ligada a ese lugar, ansía proteger su intimidad, con la memoria de un bebé como única herramienta, pregunta:

-Por qué están en mi casa.

-Papá nos mandó con todas estas cosas –le respondió.

-Quién es tu padre –con la voz quebrantada por las posibles respuestas, le repitió varias veces.

-¡Ahora no lo conoces! –le respondió a carcajadas. Por poco me convences, pero eres pésima para las bromas.

Fue la señal de precaución que estaba en el ambiente, debía retomar el camino del silencio de quién no sabe, en qué terreno está pisando.

RETRATOS DE UNA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora