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Las ruedas del tren se escuchaban fuertemente.
Una ráfaga del viento de verano fresco estampaba contra mi piel. Era tan fuerte que logró volar mi único sombrero de palma con mi listón favorito.
Tras largos intentos de alcanzarlo me rendí.
Fue ahí cuando ví su rostro por primera vez. Era un rostro único y encantador. Especial y hermoso a la vez.
Era mi ángel.

—¿Es tuyo?— Pronunció gentilmente mientras me regresaba el sombrero.

—S-si— Apenas y logré hablar. Su presencia hacia que perdiera el valor.”

¡Es un asco Hatsune!— Me aventó mi borrador.

—¡¿Qué?! ? ¡¿No acaso querías algo más "romántico"?! Ahí está.

—Dije a tu estilo Hatsune TU- ESTILO, yo no te pedí este asqueroso cliché romántico— Encendía con furia su cigarro.

—Por un carajo Meiko, ya he hecho 45  borradores, yo no te pedí trabajar como "escritora". Cuando no trabajo me llegan ideas más rápido.

—Pues espero y te lleguen pronto, no quiero volver a ver algo parecido a tu borrador 33 sobre el zombie guapo que se enamoró de una estúpida mujer lobo— Bufó.

—Oye, ese no fue para nada cliché— Reclamé molesta. —Además, no le veo sentido a esto. Mañana son vacaciones y el concurso será el siguiente año, ¿por qué te apresuras tanto en sacar una novela ya? Tenemos vida hermana— Acentué lo último con tono hippie.

Pronto todo se quedó en silencio mientras ella fumaba nerviosa, muy nerviosa.
Algo nada común en ella.

—¿Meiko?— Me acerqué a ella. —¿Qué ocurre?

—Nada ¿qué tendría yo?

—Te conozco desde que tengo memoria, tú tienes algo... Espera no me digas que— Intenté razonar lo que iba a decir por unos segundos. —¡Estás embarazada!

—¿What? ¡Estás loca! Todo menos eso— Apagó el cigarro de un solo golpe.

—¿Entonces qué?— La miré fulminante para que de una vez soltara la sopa.

—Miku yo, de verdad lo lamento...

—¿De qué hablas?— Bufé. Creí que bromeaba.

—Gakupo me propuso matrimonio— Giró su silla.

—Dime que estás bromeando.

Él me había gustado desde hace años, ella lo sabía, incluso hace un mes pensaba declararme.

—No Miku... Lo lamento— Bajó su mirada.

—¡Tú sabías que me gustaba Meiko! Cuando demonios empezaron a salir y ¿para qué rayos te urgía crear tan rápido la novela? Eres una traidora.

—Hace tres años comenzamos a salir pero Miku no es lo que parece— Reí sarcástica. —Tu... Tú solo te dedicabas a contarme pero ¡Nunca me escuchaste! El...— Suspiró. —El también me gustaba en ese entonces Miku, ¿sabes lo incómoda que me sentía cuando hablabas de él?

Esa fue la última gota que derramó el vaso. Y aunque tenía un poco de razón...
Estalle.

—¡¿Y entonces para qué te urgía tanto hacer la novela rápido?!

—Mientras más pronto mejor, y no te quiero dejar sola en esto... Ya que con la propuesta de Gakupo yo...

—No tendrás tiempo ¿no?— Contesté burlona. —Sabes, este es tu sueño Meiko, no el mío— Mentí poniendo mi orgullo en juego. —Sin mencionar que estamos en vacaciones.

—Pero talvez es mejor...— Trató de convencerme.

—¡Hola chicas!— Entró el que hasta hace poco consideré el amor de mi vida. —Hmn, ¿por qué todo está en silencio?

—Por nada, ya me iba. Disfruten su tarde— Pronuncie sarcástica, tratando de ocultar el coraje que tenía.

Diablos.
Tantos años de amistad y me encuentro con que en poco se va casar con el tipo con el que fantaseaba. Vaya  mierda.

Avancé unos minutos, pero no en dirección a mi hogar, no planeaba ir a desahogar mis problemas.
Al poco tiempo recibí una llamada.

—¿Bueno?

—Miku tienes que venir pronto— Dime que es broma destino. —¡Tu abuelo fue hospitalizado! ¡Vamos a ir con él!— Colgó mi madre. Definitivamente no era ninguna broma del destino.

Huerto de girasoles|Lenku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora